En busca y captura de talento

El motor de una compañía funciona gracias al que sería el mejor de los carburantes: el talento de sus profesionales. Habilidad para desempeñar funciones con destreza, productividad, creatividad, incremento de valores para la empresa y un largo etcétera. Existen múltiples definiciones del significado de talento. Entre ellas, destaca especialmente por su sencillez y tenacidad la que hace unos días nos daba Francisco Alcaide. El talento es simplemente «saber hacer algo y poner en valor lo que uno sabe hacer». Así de primeras no debería ser muy complicado, pero lo cierto es que en la práctica no resulta tan accesible como parece. Suele estar oculto dentro del inmenso mundo del mercado laboral.
Según el Informe de talento mundial publicado por el IMD en 2014, España está en el puesto 45 de un total de 60 países, en referencia a desarrollar, atraer y retener profesionales talentosos. Llama la atención la enorme captación de talento que mantiene Suiza a lo largo de los últimos nueve años, siendo sus perseguidores más próximos Dinamarca, Alemania y Finlandia.
Visto la posición española no estaría de más desarrollar la parcela de la identificación, retención y gestión de profesionales talentosos en nuestras empresas. Una de las barreras que se interponen entre el desarrollo de este valor tan al alza, es la excesiva jerarquización en contraposición con ofrecer la suficiente autonomía al empleado para que pueda desenvolver sus capacidades en su puesto de trabajo. Como decía Steve Jobs: «No tiene sentido contratar a personas inteligentes y después decirles lo que tienen que hacer».
Identificar a esos trabajadores proactivos que optimicen el valor a la empresa, requiere de una formación previa. Por eso, es importante formar a los líderes de equipos de trabajo para saber canalizar y gestionar el talento de sus colaboradores. Una vez conocemos las destrezas y habilidades de los empleados, es hora de adaptarlas a los valores de la compañía, siguiendo una estratégica concreta, así como métodos para la evaluación del talento.
Y es que encontrar talento o, mejor dicho, desarrollar el talento que todo profesional tiene en su interior es una tarea que requiere de un esfuerzo extra, muy recompensado cuando se consigue. Experiencia, conocimiento, cultura de empresa, actitud, red disponible y habilidades digitales, son elementos básicos con el que se caracteriza cualquier empleado. Sin embargo, surgen varios problemas por seguir este esquema para encontrar al mejor candidato talentoso para nuestro puesto de trabajo.
En cuanto a la experiencia, muchos jóvenes no disponen de muchas oportunidades para estrenarse en el mercado laboral. Además, si se valora exclusivamente por la experiencia en un determinado sector, nunca se podrán incorporar profesionales que no hayan trabajado en ese campo concreto pero sí que puedan añadir distintos puntos de vista con los que innovar y salirse del sistema establecido.
En un mundo donde los conocimientos de las personas avanzan con tanta velocidad, el tener un certificado que lo avale puede quedarse algo obsoleto en gran parte de las ocasiones.
Desarrollar adecuadamente el talento de nuestros colaboradores viene ligado directamente con su adecuada integración en la empresa. ¿Esa persona se sentirá cómoda con la cultura de mi empresa o dentro de este equipo de trabajo? Resulta imprescindible crear un clima donde el empleado se sienta libre para dar alas a su desempeño más talentoso.
Ni qué decir de la actitud del trabajador. Saber cómo se desenvolverá en los diferentes escenarios laborales, es clave para valorar su desempeño en beneficio de la compañía.
Todos estos criterios se podrían adaptar para su adecuada identificación, pero ¿cómo dejar que no se escape? Una cuestión que actualmente preocupa bastante en los departamentos de Recursos Humanos. Dentro de las necesidades estratégicas, está la de retener ese talento. Una de las mejores vías para ello es estableciendo nuevos retos con el fin de mantener la motivación del empleado. Muchos profesionales se marchan de las empresas por la insatisfacción que les produce el quehacer diario, más que por cuestiones económicas. Por ello, resulta tan importante el incentivo.
El talento se alimenta de propuestas nuevas, retos complicados y responsabilidades de liderazgo. Las personas talentosas necesitan verse desempeñando necesidades que estén a la altura de sus capacidades. Por eso es tan importante delegar tareas y confiar en su adecuada ejecución.
Tan importante es identificar las fortalezas y oportunidades que nos puede ofrecer nuestro empleado como conocer sus debilidades y amenazas. Con ellas, diseñaremos planes de formación adecuados a nuestra plantilla. El resultado será generar satisfacción y orgullo por formar parte de nuestra empresa.