¿Deberíamos trabajar desde casa?
Una de las soluciones básicas para aumentar la productividad en el trabajo es la implantación de horarios flexibles que concuerden con la conciliación de empleado. Rendimiento no significa estar sentado 8 o 9 horas en frente de la pantalla. Lo más probable es que el trabajador termine provocando fatiga, descontento y una caída en picado en la productividad. Cada vez más personas tienen claro que no quieren llegar a su casa a la hora del baño del niño. Y es que pasamos en el ambiente laboral más de la mitad de nuestra vida, ¿hagámoslo fácil, no?
El informe Bienestar y motivación de los empleados en Europa 2015, publicado recientemente por Edenred e Ipsos, indica que ha descendido al 44% el número de españoles para los que la mayor preocupación laboral es mantener el empleo. Pero ha aumentado hasta el 25% el porcentaje de españoles cuya principal preocupación es el horario laboral. Un 41% de los trabajadores dijo estar insatisfechos con el equilibrio entre su vida laboral y su profesional, cuatro puntos por encima de 2014, y el estudio indica que los factores más importantes a la hora de buscar trabajo son la conciliación de la vida laboral y personal y el ambiente de trabajo, ambos cifrados en un 90%.
No sólo este estudio lo predica, sino que el informe sobre los efectos de la conciliación en el compromiso, la satisfacción y el salario emocional, del IESE Business School (2012), concluye que los entornos laborales que favorecen la conciliación multiplican por cuatro el compromiso de los empleados.
Está demostrado que los trabajadores se sienten más comprometidos con una empresa que les permite vivir mejor su vida. Si ellos están contentos se verá reflejado automáticamente en su productividad diaria – hasta un 19%, según el IESE Business School. Lo que repercute, además, en un mayor compromiso con la empresa y la caída del absentismo hasta el 30%.
¿Uso del teletrabajo para terminar con la cultura del “presencialismo”? Resultado: compromiso, eficiencia y consecución de objetivos.
Entre las múltiples ventajas de trabajar desde casa, la empresa puede disfrutar de un ahorro energético considerable, una mayor retención del talento y lograr una significativa mejora de la comunicación con las empresas del entorno europeo, que a menudo no se explican por qué es imposible dar con gente en las oficinas españolas entre las dos y las cuatro de la tarde. Eso sin hablar del aumento de concentración en las tareas, evitando interrupciones indeseadas.
Todo por culpa de una cultura empresarial hermética, experta en echar la culpa a la tecnología, marco jurídico o a “perder el control” sobre el empleado. El libro blanco sobre el teletrabajo en España, elaborado por el Foro EFR de la Fundación Másfamilia con la colaboración de grandes empresas nacionales entre mayo de 2011 y junio de 2012, añade un nuevo culpable al acusar por igual a organizaciones sindicales y empresas de la escasa implantación del teletrabajo.
Sin embargo, desde la perspectiva del empleado, no todo son flores para este estilo tan vanguardista. Las principales desventajas que genera el teletrabajo se resumen en tres. El trabajado necesita una gran dosis de autodisciplina. Todos aquellos que prescindan de una buena auto-organización serán inferiores competitivamente. Lo que puede ser una gran ventaja para las personas organizativas y eficientes por naturaleza.
Además, existe un gran problema con el teletrabajo que afecta más a la parte psicológico o relacional. Se puede dar el caso de que el trabajador sienta aislamiento, lo que genera desconfianza y conecta directamente con el siguiente punto: la dificultad para motivar a distancia, haciendo partícipes a cada uno de los miembros del equipo. Los aleja así de los objetivos de la compañía lo que puede llevar a que ésta pierda parte de su fuerza corporativa.
Para la empresa está bien el hecho de que no se formen grupos de empleados que puedan desestabilidad la dirección de la misma – también llamados en la jerga coloquial “corrillos”. Pero contrarresta mucho con la pérdida de espíritu en equipo que tanto mueve el motor de la productividad.
Por ello, si nos plateamos cambiar el estilo de la jornada laboral de nuestra empresa, se deberán valorar estos importantes puntos. Dependiendo siempre de la cultura de la organización, podría ser fundamental el considerar un mixto de estilos. Por ejemplo, tres días a la semana facilitar el trabajo desde casa. El empleado deberá organizarse para cumplir los objetivos propuestos. Los dos días restantes, la empresa convocará a los trabajadores para que éstos tomen contacto con el entorno de compañeros y gerentes. Se llevarán a cabo las reuniones pertinentes en la que la Conference Call (reunión telefónica) se quede insuficiente. Unos días en la oficina en los que los trabajadores podrán disfrutar de la jornada intensiva. ¿No saben auto-organizarse en casa? Lo mismo en la oficina. Ellos se ponen sus horarios, siempre y cuando también cumplan con los objetivos deseados. Pero esos dos días, desde la oficina.
Hay muchos tipos de modelos. Todo depende de las características de la compañía y la imaginación que le echemos. Siempre y cuando se establezca un win-win entre empleado y empresario que repercuta directamente en una mejora del producto.