A esta fiesta sí que merece la pena ir


Es momento para celebraciones, cenas y demás jolgorios. Las empresas están formadas por comunidades de empleados y como tales sienten la necesidad de relacionarse, conocerse, compartir opiniones y entablar conversaciones fuera del ámbito laboral. Es lógico y normal. Cada días pasamos juntos muchas horas con nuestros compañeros, a veces más que con nuestras propias familias –razón por la que habrá que revisar el plan de conciliación implantado.

Existe una parte de la labor del departamento de recursos humanos que puede ser igual de importante que aquella relacionada con aspectos estratégicos de la dirección empresarial. De hecho, se trata de uno de los puntos de ese esquema a seguir. Nos referimos a las fiestas de empresa. Estos eventos dan la oportunidad para que los colaboradores potencien el sentimiento de unidad. En ellas, los equipos podrán conocerse mejor, entender sus intereses fuera del contexto de trabajo y comprender mejor su lenguaje. Cada vez más las empresas están formadas por equipos multidisciplinares y multiculturales. Esto hace que las personas que los componen son diferentes, con inquietudes dispares por mucho intereses profesionales que tengan en común.

Todo esto explica la razón del primer paso en la organización de estas fiestas de empresa: una investigación exhaustiva de los gustos e intereses de nuestra plantilla de trabajo. En realidad este aspecto debería resolverse sin tener como excusa este tipo de eventos. Es importante conocer a las personas y no tanto a los empleados. Temas de conversaciones, actividades de ocio o gustos culturales, suelen ser algunos de los ámbitos que debemos manejar a nivel global. Por ello, estaría bien repartir cuestionarios en los que se especifique desde cuáles son los eventos anteriores más valorados hasta si existe la posibilidad de alergias o determinados gustos alimenticios –como puede ser si hay vegetarianos entre los invitados. Es habitual que exista un cierto perfil común para cada empresa. El informe nos servirá además para valorar posteriores acciones relacionadas con el capital humano de la organización.

Se valora que el evento se celebre en un día entre semana. Los sábados y domingos están reservados para la vida personal del empleado, sea cual sea el motivo laboral. Por eso, jueves o viernes suelen ser los dos días encajan en estado anímico de las personas. Además, es conveniente evitar la oficina o centro de trabajo para su celebración.

En organizaciones dinámicas, compuestas por plantillas jóvenes la cena informal es la que prima, más que un convite clásico. El cocktail es la mejor opción en estos casos. Se trata de un contexto donde la gente suele interactuar más entre sí, circula libremente y puede relacionarse con otros departamentos de la empresa. Y, por supuesto, elige con quién quiere pasar ese tiempo, siente una mayor libertad frente a la imposición que supone el clásico convite.

Un truco en estos casos, puede ser el de seleccionar un equipo inter-áreas para organizar mejor la fiesta. Por un lado, esto permite integrar a personas de diferentes secciones, y por el otro, ofrece la oportunidad de que haya representantes de cada departamento. Un grupo de representantes que puede colaborar también durante el evento, por ser referentes de toda la compañía.

Para romper más esas barreras entre secciones, no está de más generar espacios de integración entre los invitados, donde se puedan reunir sin ningún tipo de jerarquías. En este evento, el cargo es mejor dejarlo en un segundo plano. Recuerda que la mejor fiesta es aquella que permite divertirse a todos, sin importar si son directivos, líderes de equipo, gerentes, técnicos, colaboradores o novatos.

Si existe la posibilidad de organizar un sorteo, puede ser una buena alternativa la de obsequiar a todo el mundo con algún detalle, más que premiar a unos pocos con regalos de mayor magnitud. Con ello se fomenta la igualdad entre empleados y promueve un clima saludable. Una celebración de éxito es aquella que transcurridos los días, las personas siguen recordándola y comentándola. No olvidemos que esta fiesta es un bálsamo para quienes trabajan juntos todo el año, y es vivida como un momento muy especial. Por eso, resulta sumamente importante contratar profesionales y servicios de confianza. De lo contrario, la fiesta podría generar una imagen que esté lejos de la que teníamos en mente cuando iniciamos la propuesta. Y es que una experiencia agradable y divertida del empleado supone una oportunidad para que se convierta en embajador de la marca de la empresa.

Como toque final del convite, realiza un seguimiento del mismo a través de fotografías, vídeos o descripciones de los acontecimientos. Una crónica en toda regla. A los empleados les gustará verse reflejados en esos documentos multimedia –o no…

 


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