Un líder perfecto ¿Nace o se hace?
Ser un líder natural, llevar las riendas, liderar la situación… todas son expresiones que hemos oído una y mil veces sobre alguien, aunque, en muchos casos, no hemos conocido a nadie así. ¿Es tan difícil ser un buen líder?
En gran medida la expresión: “Tener madera de líder” es una pequeña trampa. Ya que pone el acento en las cualidades innatas de una persona para liderar. pero ¿Es solo eso?
En parte sí, pero también tiene una gran parte de aprendizaje y de voluntad:
Ser emocionalmente estable: Cuantas veces no nos hemos quejado de que nuestro jefe o responsable aparece de un humor diferente sin parecer haber hecho nosotros nada distinto. Es evidente que eso desestabiliza al empleado y resta credibilidad al responsable. Evidentemente un responsable o directivo está sujeto a un estrés y nivel de responsabilidad muy alto, por eso los grandes líderes son personas que son emocionalmente muy estables. Personas que no giran como una veleta emocional, personas que siempre transmiten tranquilidad, que controlan sus impulsos y comunican lo que deben y como deben en cada momento.
Organización: Una persona que de manera natural tienda a organizar coherentemente todos los elementos. No hablamos de alguien maniático si no de alguien funcional. Un equipo debe percibir orden, rutina, coherencia. Deben entender la secuencia y los motivos racionales por los que pasan las cosas, el orden y la organización son la base de la ecuanimidad.
Tener visión: La visión en dos ámbitos, la visión a largo plazo y la visión de conjunto. La visión a largo plazo es fundamental. Un líder sabe prevenir lo que va a pasar mañana y aprovecharse de ello. En ese sentido, es un referente en sus equipos. La visión de conjunto sin embargo le hace ver todo el cuadro, no obcecarse con detalles o tonterías y tener en cuenta todos los factores, incluir a todo el equipo.
Factor humano: La sensibilidad, el no convertirse en una “máquina” cuando los resultados exijan es un factor determinante para tener equipos fieles. Apoyar la conciliación, hacer críticas constructivas, motivar al equipo… Esta, es otra manera de reaccionar ante el estrés y no dejar que este se coma tu parte más humana.
Como vemos “tener madera de líder” compete en gran parte, a factores de aptitud, de nuestra capacidad de estrés, de comunicar, nuestra visión… pero también es una cuestión de voluntad, de poner interés en ser un buen líder, informarse y tener paciencia. Por ello el líder perfecto es aquel que ha nacido para ello y vive para mejorarlo.