“Tenemos la suerte de que muchos editores se están acercando a nosotros directamente”


A Marina Alonso Di Caso la conocimos a través de SModa, cuando la revista de El País le hizo una entrevista sobre Panonico, que es, en palabras de su creadora a este medio “una librería digital especializada en literatura independiente que aspira a convertirse en un lugar de encuentro para editores y lectores críticos, y también para profesionales del sector en busca de nuevas apuestas”. Nosotros hemos querido que nos preste un hueco también, y ha contestado muy amablemente a nuestras preguntas.

¿Asusta que algunos medios de comunicación te vendan como la competidora de Amazon?
Los medios de comunicación tienden a comparar fenómenos en términos absolutos utilizando conceptos que ya conocemos de antemano. En este sentido, al ser Amazon el mayor referente y concentrador de ventas de ebooks, tiene sentido que al hablar de Panonico se instalen en el discurso de la competición. Sin embargo, pese a que en ambos casos vendemos libros en formato electrónico, perseguimos objetivos distintos y contamos por supuesto con medios radicalmente opuestos. Mientras que Amazon se presenta como un gran estructura exhaustiva en la que caben todos los títulos habidos y por haber (libros autoeditados, de autoayuda, best-sellers etc.), nuestro objetivo es ofrecer un catálogo cuidado y controlado, girado especialmente hacia la literatura más exigente y privilegiando el catálogo de las editoriales independientes. Así, nuestra prioridad es organizar y presentar de la manera más cuidada posible libros que queremos destacar en medio de la hiperabundancia de Internet (que abraza Amazon precisamente), y ayudar al lector a que encuentre libros que quizás ni sabía ni que existían. En este sentido, lo único que me asustaría de que los medios de comunicación presenten el proyecto en estos términos es que no se termine de comprender cuál es la esencia del proyecto.

Hemos intentado averiguar qué hay detrás del nombre. ¿Qué significa Panonico? ¿Por qué ese nombre?
Pannonica es un standard que Thelonious Monk escribió para su amiga Pannonica de  Koenigswarter, una figura clave del jazz, escritora, viajera, y de alguna manera mediadora y promotora de grandes músicos como Charlie Parker o Mary Lou Williams. De alguna manera es un homenaje al homenaje, a esa vida dedicada a potenciar talentos fuera de los circuitos tradicionales. Además, Pannonica es un tema precioso que uno no se cansa nunca de escuchar.

Te mudaste a Berlín cuando se terminó el proyecto que estabas desarrollando en la Universidad de Islas Baleares. Antes habías vivido en Barcelona, Bruselas, Estrasburgo y París. ¿Por qué te decantaste por Berlín?
La verdad es que fue una decisión poco meditada, impulsada más que nada por la necesidad de verme en un contexto radicalmente distinto y ponerme en una tesitura inesperada. Como comentas, antes de venir para Alemania estuve viviendo en otras ciudades europeas, pero en todas me encontré con una cultura que me resultaba de alguna manera familiar. Crecí en un ambiente francófono, así que viniendo a Berlín entiendo que buscaba una experiencia de contraste absoluto, lo que los franceses llaman “despaisajismo”. En ese momento trabajaba como traductora freelance y pude permitirme experimentar con mi capacidad para soportar el frío.

¿Cómo se trabaja desde Panonico? ¿Las editoriales comparten sus autores con vosotros? ¿O también realizáis desde dentro labores de scout para descubrir nuevas voces?
Tenemos claro cuáles son las editoriales que nos interesan, qué libros son los que nos mueven, nos tocan, y también cuáles podrían interesar a nuestro público aunque quizás no sean nuestros preferidos. Claro que habiendo tantas editoriales interesantes y tan buenos libros en circulación, nos dejamos recomendar por las editoriales (que conocen su catálogo mejor que nadie) y llegamos a acuerdos sobre qué títulos serían los más adecuados.  Una parte importante del trabajo es por supuesto scoutear el mercado, aunque también tenemos la suerte de que muchos editores se están acercando a nosotros directamente.

¿Qué ha sido para ti lo más complicado de este proyecto? ¿Has necesitado mucha ayuda externa?
Como todo, lo más difícil ha sido arrancar. Luego han ido apareciendo dificultades lógicas en el camino, técnicas mayormente, pero he tenido la suerte de contar desde el principio con muchísimo apoyo y entusiasmo, y eso siempre hace las cosas más fáciles.  

El  mundo de la cultura está pasando por muy mal momento. Recientemente se ha publicado que en España en el 2014 se vendieron un 2,5% menos de libros. ¿Qué podemos hacer para repuntar el mercado?
La cultura pasa siempre por un mal momento, parece de Perogrullo pero hace falta decirlo para entender que este no es un tema de actualidad, no tiene que ver con la crisis actual, sino que se trata de un sector radicalmente enfermo. Que haya un 2,5% de ventas menos no cambia nada sobre lo trágico del sector, que funciona gracias a becas, subvenciones y al romanticismo y esfuerzo de muchos profesionales. Así, más que para repuntar el mercado, creo que habría que trabajar para crear un verdadero mercado del libro más allá del monopolio de los grandes grupos, que por otro lado no están especialmente interesados en la bibliodiversidad ni en arriesgar con nuevos talentos, sino en publicar compulsivamente y en vivir del frenesí de las novedades. Claro que es muy difícil intentar que un mercado funcione si no hay demanda, sin lectores en este caso, y hoy en día la realidad es que se publica mucho más de lo que se lee, hay mucha oferta pero poca demanda. En ese sentido, en mi opinión es prioritario generar más demanda, formar más lectores, presentar la literatura como una actividad atractiva, valiosa y transformadora, llena de oportunidades y de significado. Esto no es fácil porque resulta de decisiones que se toman desde ministerios y estructuras de poder rígidas e inoperantes, y son cambios además que tardan años, generaciones quizás, en materializarse. Pero por lo pronto, más allá de situar a la lectura en el centro de las prioridades pedagógicas del país, hay cosas prácticas que podrían hacerse, como por ejemplo agilizar la ley del precio fijo (especialmente aplicada al ebook), bajar el IVA del libro electrónico (actualmente del 21%), apoyar a empresas del sector con mejores condiciones fiscales o impulsar medidas firmes que favorezcan la venta legal de contenidos digitales.

En España, al menos, el libro digital no termina de despegar, no sabemos aún si por recelo, por la familiarización del papel, o porque las editoriales tradicionales no terminan de apostar del todo por él. ¿Qué crees que ocurre en el mercado editorial español? ¿Está anticuado?
El ebook es una tecnología nueva que está entrando poco a poco en la vida de la gente. Como todo nuevo artefacto, implica un cierto cuestionamiento respecto al medio predominante en el pasado, en este caso el papel, que además tiene una carga emocional importante. Mucha gente me dice: “Yo sólo leo en papel, me da pena pasarme al libro electrónico”, como si al leer tras una pantalla se estuviera cometiendo una infidelidad, como si uno estuviera traicionando  la verdadera esencia de la lectura por algo menos comprometedor, menos honesto. Allí está concentrado todo el romanticismo de la literatura; estos recelos en general no se aplican a otro tipo de lecturas que la gente hace en Internet, y desde luego se lee muchísimo en Internet. Está toda la mitología asociada al objeto-libro, por un lado, pero también hay otros factores prácticos. Lógicamente, uno de ellos es el precio. Las mayoría de las editoriales hacen una rebaja del 30% en sus libros electrónicos; no es una diferencia muy significativa respecto al libro en papel, por lo que es comprensible que la gente no dinamite su fidelidad al papel por unos cuantos euros. Está el tema de lo tangible además. Es difícil asociar un valor real a objetos que no podemos tocar, y el libro electrónico sitúa de repente a la literatura en un espacio indefinido. Antes podíamos guardar nuestras historias en estanterías, mientras que ahora se hacen casi invisibles, son archivos que no podemos descifrar en todo caso, y uno en general encuentra más satisfacción en pagar por bienes que se pueden poseer de manera clara. Además del precio, está el tema del catálogo. La inmensa mayoría de las editoriales independientes no han digitalizado su catálogo todavía, y eso hace que los libros que circulan legalmente en Internet sean en mayor medida best-sellers de grandes grupos editoriales, libros con escaso interés literario y con poco recorrido. Hay muchas razones por las cuales las editoriales no han dado el paso, pero desde luego está el tema del modelo de negocio que plantean.  En la mayoría de los casos el ebook es visto como una catástrofe más que como una oportunidad, y eso se ha traducido en la negación e inmovilismo en la que nos encontramos. Muchos editores piensan que para qué van a esforzarse en digitalizar sus libros si de todas formas los van a piratear, sin entender que no hace falta que haya una copia legal para piratearla, hay gente que escanea y autodigitaliza libros que sólo existen en papel. Estas copias muchas veces son incompletas, están mal maquetadas, omiten pasajes o están mal transcritas; copias realmente desastrosas que no hacen justicia al libro.  El debate entonces es si se quiere competir con estos contenidos o no, que por otro lado responden a una demanda real. Nadie piratería un libro poco interesante. Por otro lado entiendo los recelos del editor. Trabaja en un sector que ha sufrido pocas mutaciones en los últimos años y de pronto ha sido desbaratado, y ve en la caída en picado de las ventas de discos un futuro más que probable. Pero creo que uno no puede negar el cambio, siempre habrá quien investigue nuevos soportes, y la clave reside en aprovechar al máximo esta nueva coyuntura para ser más creativos, pensar el contexto de la creación literaria desde una perspectiva más amplia, por ejemplo en el caso del ebook, para intentar alcanzar a un público global.  Y por último está el tema de dónde se venden los libros electrónicos y en qué condiciones. Actualmente la mayor parte de las ventas se producen en Amazon, y si no es allí, pasan por grandes plataformas que imponen igualmente unas condiciones y porcentajes abusivos. Nada demasiado alentador, ni siquiera para el lector, que muchas veces cuenta con boca pequeña que compra sus libros allí. Entre otros motivos, Panonico nace de la necesidad de crear espacios para descubrir y comprar literatura sin sentirnos culpables, generando un contexto favorable para todos.

¿Qué planes de crecimiento tienes previstos para Panonico?
Más que crecer, en este momento la prioridad es consolidar Panonico como un lugar de referencia para aquellos que buscan un espacio dedicado a la literatura de calidad e independiente. Nos dirigimos a un público hispanohablante, y poco a poco nos gustaría incorporar libros en otras lenguas, y a medio plazo presentaremos títulos en inglés y francés.

Aunque es un proyecto recién estrenado tiene un gran recorrido. ¿Dónde te gustaría que Panonico estuviera dentro de cinco años?
Quiero pensar que entablando conversaciones interesantes, abriendo caminos nuevos y arriesgando con apuestas literarias que dejen huella, que abren mundos. No se me ocurre un lugar mejor.


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