Aprovecha tu momento ‘after working’


Hace ya unos años que los españoles llevamos practicando uno de los hábitos más extendidos también fuera de nuestras fronteras: el after working, un aperitivo después del trabajo, cuyo inicio ronda las siete de la tarde y se suele prolongar hasta las diez de la noche. Por lo que se trata de una prueba más en nuestra lucha por igual el horario laboral al resto de Europa. De hecho, esta práctica lleva más tiempo instalada en nuestro país de lo que pueda parecer a primera vista.

Lo que es cada vez más común, es que las empresas inviten a sus empleados a tomar algo después de una intensa jornada de trabajo. Y resulta ser una herramienta más para mejorar el rendimiento y motivación del trabajador. Fortalece las relaciones entre compañeros y sirve para que muchos empresarios y clientes se conozcan de una forma distendida, lejos de las comidas de negocios y los fríos despachos. De hecho, forma parte de la materia con la que está hecha Silicon Valley, donde cada momento del día se aprovecha para hacer networking.

Sin embargo, esta tendencia ha sido importada de los países anglosajones, donde es bastante habitual comprobar cómo los ejecutivos llenan los pubs en horas de after work. Uno de los lugares de encuentro más comunes que actúan como punto de referencia en la ciudad londinense, es The club at the Ivy. Se trata de uno de los clubes más selectos de la capital británica. Está especializado en after working y en él únicamente tienen cabida empresarios, artistas, miembros de la realeza y celebridades. Una selecta lista que forma parte de la marca personal de muchos profesionales. Además, en The Ivy las personas se sientan en zonas por escrupuloso orden de llegada. De ahí, que las relaciones que se crean sean totalmente fortuitas e inesperadas ofreciendo la posibilidad de interrelacionarse entre sí a profesionales de campos diferentes.

Sin embargo, no hace falta trasladarse a la glamurosa Londres, en Madrid también disponemos de una amplia lista de locales donde explorar nuevas relaciones laborales, posibilidades de negocio y empleo, o simplemente donde compartir momentos distendidos con nuestro equipo de trabajo. Aquí algunas sugerencias para abrir apetito. Y es que el sector de la hostelería ha visto todo un filón en esta tendencia que tanto promete quedarse.

Pero, ¿qué ocurre cuando leemos que muchos profesionales escapan al bar de la esquina a tratar asuntos laborales en mitad de la jornada laboral? ¿Estamos hablando de after working?

Algunas teorías sostienen que el empleado que huye a los pubs para hablar de asuntos de trabajo es debido al mal clima que se respira en su centro de trabajo. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, la visión sobre este hecho ha de ser mucho más amplia. Que las personas salgan de las oficinas no quiere decir que en ellas se propicie el ambiente tóxico. Se pueden crear espacios que favorezcan la distensión entre empleados, pero no debemos caer en la trampa de la generalización. Incluso, se podría apreciar como un signo positivo: los trabajadores están unidos y salen a tomarse algo al bar. Buen síntoma, siempre y cuando sepan gestionarse el trabajo.

A diferencia del after working, cuando se sale en horario laboral a debatir y aclarar cuestiones de trabajo no es más que uno reunión más en otro tipo de espacio —tendencia que podemos ejemplificar en el walking meet. El asunto que hoy tratamos tiene un sentido mucho más amplio. No importa tanto el tema que se trate o el lugar donde se converse, se enfoca a compartir tiempo de ocio con nuestros compañeros y/o directivos después del horario de oficina. Cada uno lo puede utilizar como mejor lo considere. Al final, el after working consiste en potenciar el sentimiento de pertenencia al grupo y facilitar la conexión entre relaciones laborares, ya sea a través de temas livianos y caseros, como mediante cuestiones importantes de trabajo.

¡No me acuerdo! ‘Tierra, trágame’


La tecnología nos ayuda a ser más productivos, que no quepa duda. Nos resuelve infinidad de cuestiones relativas a la organización adecuada de nuestro trabajo. Sin los gestores de información adecuados sería una pesadilla gestionar el enorme volumen de datos. Debemos controlar al Big Data antes de que él nos controle a nosotros. ¿Qué decir de los motores de búsqueda? Prácticamente casi todas las cosas que no nos vienen a la cabeza, las buscamos en Google. Y es que vivimos en un mundo donde parece ser que el objetivo es hacernos la vida más fácil. ¿Por qué no? Es comprensible. Pero como todo, tiene una parte oscura y esa es la memoria. Así lo confirma un estudio, por si nos quedaba aún alguna duda. Nos hacemos vagos mentalmente y depositamos una fe ciega en Internet.

Ocurre muy a menudo y puede suponer un gran problema si trabajamos en un entorno de networking o queremos potenciar nuestra productividad. Acordarse del nombre de una persona puede llegar a ser un verdadero quebradero de cabeza, con resultados negativos para nuestra imagen profesional.

No se trata de saberse de memoria todos los números primos, ni los teléfonos de nuestra agenda. Sino se trata de deshacerse de datos irrelevantes para incorporar nuevos. Sin embargo, a veces eliminamos los que no queremos. ¿Cómo desarrollar una mente selectiva que fije lo que realmente queremos? Esto lo sabe muy bien Nelson Dellis, campeón mundial de memoria. Este joven estadounidense es capaz de memorizar siete barajas de cartas cada día y recita listas de 1.500 dígitos. Según Dellis, «la clave está en asociar lo abstracto, como es un número, con lo concreto, como un personaje famoso».

El primer paso para recordar cualquier información es desarrollar la capacidad de concentración y focalizar nuestra atención en lo que nos importa. Parece fácil, pero a veces resulta especialmente complicado y sus consecuencias son devastadoras. Liberar la mente de pensamientos innecesarios y acabar con el estrés es clave para mantener los sentidos agudizados y al cien por cien. Otro de los pilares de la memorización es la comprensión. Difícilmente memorizaremos algo cuando no lo hemos comprendido antes bien.

Uno de los trucos que mejor funciona, sobre todo si nos encontramos en un contexto de networking, es la repetición de palabras. Nos presentan un contacto nuevo e inmediatamente después, pronunciamos su nombre. Hablar en voz alta, ayuda a nuestro cerebro a retener aquello que acabamos de repetir.

Para recordar nombres también podemos utilizar el modelo expuesto por Cicerón en De Oratore. Se trata de reunir a todos esos nombres en una historia que les implique, ya que recordamos mejor las narraciones que las listas. Si además, esa historia es peculiar, más fácil será recordar cada detalle de la misma. Al igual que lo relacionamos con una narración, también podemos crear un vínculo de su nombre con el de un personaje famoso, por ejemplo. Estaremos asociando cada palabra con algo que conocemos y nos es más familiar.

No debemos olvidar los clásicos consejos. Leer habitualmente en nuestro tiempo de ocio es uno de los ejercicios prácticos más básicos para ejercitar nuestra memoria. Especialmente, si solemos seguir narraciones extensas.

Y que no nos importe demasiado, si tardamos un tiempo en acordarnos de aquella fecha o el nombre de aquel contacto. Lo importante es poner a trabajar nuestra cabeza. La velocidad con la que recordamos un dato aumenta con la práctica. Por eso, antes de entrar en Google, pongamos a funcionar nuestro cerebro. Que trabaje duro.

Si aun así, nos cuesta focalizar la atención, podemos realizar actividades relacionadas con la meditación o incluso con el tan de moda mindfulness: entrenamiento mental cuyo fin último es abordar la vida con la exigencia que ella nos impone, pero con un desgaste mínimo para la salud física, mental y emocional. Para ello, emplea recursos mnemotécnicos dirigidos a ejercitar la capacidad de concentración.

 

Hablar de productividad sí puede ser productivo


No hay nada como justificarse en que empezamos un nuevo año para ser más y mejores. Por eso, ya es hora de comenzar a hacer todas aquellas cosas que hemos estado procrastinando en 2015.

Uno de los reyes por excelencia del «tengo que mejorar» en el ámbito laboral es, sin duda, la productividad. Existen muchos más conflictos internos pero el ser más eficaces en el trabajo supera con creces a la mayoría. Un tema muy trabajado en nuestro país pero muy poco desarrollado. Se podría decir, que trabajar y hablar de la productividad, no es productivo dentro de nuestras fronteras.

La productividad es un problema. La tasa de crecimiento anual de la productividad del trabajo en España fue del 0,75% y 0,29% en Italia, frente al 1,47% en Alemania y 1,38% en Francia. ¿Cuántos artículos habremos leído como este? Lee a menudo para ejercitar tu mente y concéntrate mejor, practica deporte, planifícate, cuida tu alimentación, visualiza el futuro, no pierdas nunca la costumbre de escribir a mano para memorizar mejor las cosas. En fin, no acabaríamos. Y es que nunca nos cansamos de dar consejos, trucos y revisar los mejores hábitos para potenciar una asunto que nos viene grande.

Pues bien, en esta ocasión nos pondremos al día con cinco herramientas tecnológicas que podemos incorporar en nuestro día a día para alcanzar ese estado de satisfacción del trabajo hecho al regresar a casa. Un post que esperamos sí sea productivo.

Tempo. Se trata de un calendario inteligente que permite transformar un lenguaje coloquial en texto. Esta aplicación es perfecta para marcar tanto fechas de reuniones como encuentros familiares. Con ella, se puede acceder a la información de los contactos con los que se ha quedado y visualización de días desde la pantalla principal, sin acceder a la herramienta. Gratuita para iOS, Android, Chrome y web.

Cubefree. Los espacios de trabajo se transforman. Ya no podemos pensar en un solo lugar en el que poder trabajar. Por eso esta herramienta se perfecta para todos aquellos que anda con el ordenador portátil de arriba abajo. Permite localizar bibliotecas, cafeterías, espacios de co-working con WIFI. Además de la disponibilidad para acceder a la red —un tema que dentro de no mucho debería estar solucionado, ya que deberíamos acceder a internet desde cualquier lugar— Cubefree también informa del nivel de ruido, disponibilidad de aparcamiento, número de enchufes, entre otros servicios. Gratuita para iOS.

OmniFocus. Herramienta de gestión de tareas personales que mantendrá bajo control todos los objetivos, planes, recados y aspiraciones que le surjan durante el día. Con ella, podremos darle prioridad a nuestra anotaciones, o simplemente anotar un orden del día rápido para una reunión que tengamos unos días después. Disponible para iOS.

TipBit. Gestiona el correo electrónico en tu móvil. Una aplicación que no solo te permite acceder a mensajes guardados o borrados con facilidad, sino también se pueden gestionar cuentas de redes sociales como Linkedin, Twitter o Facebook. De manera automática esta app te muestra la información relevante sobre la actividad que vas a realizar a continuación. Gratuita para iOS.

1Password. ¿Cuánto tiempo hemos perdido pensando en la contraseña correcta? ¿Y cuántas otras tantas debemos recuperarla o cambiarla a la fuerza? Con esta aplicación puedes generar y recordar las contraseñas de manera automática. Sólo tendrás que memorizar una de ellas, la de 1Password. Gratuita para iOS, Mac, Android y Windows.

¿Lo sabes todo de las reuniones verdaderamente productivas?


Se habla mucho de cómo convocar y llevar a cabo reuniones efectivas. Consejos, hábitos y prácticas para que realmente merezca la pena invertir tiempo en ellas. Los clásicos pasos son desde seguir un método previamente planificado, hasta crear un ambiente proactivo, pasando por ser puntual o llevar siempre una libreta. Muy bien. Está captado. Muchas de estas cosas las tenemos más que leídas y asimiladas. Pero entonces, ¿por qué seguimos terminando la reunión con esa sensación de que no ha valido la pena, de que se ha desarrollado demasiado el primer punto a tratar, sin pasar casi por los demás?

Un informe de la consultora estadounidense Robert Half International muestra que un 28 por ciento de las reuniones son totalmente innecesarias, improductivas y no están convenientemente preparadas. Otro estudio habla de 31 horas al mes perdidas a causa de este tipo de reuniones. Sin embargo, seguimos posponiendo temas, calculando una duración que no es realista y convocando a aquellos que no producen dentro de la sala.

Se dice que se llega a perder unos 25 minutos de media. Normalmente, cuando programamos en nuestra agenda la reuniones solemos pensar en una hora como medida estándar. Sin embargo, nos olvidamos siempre de esa casi media hora que perdemos entre contratiempos y descuidos. ¿Qué ocurre con esos minutos perdidos?¿Por qué seguimos pensando en 60 minutos, cuando en realidad son casi 90?

Muchas veces sabemos muy bien los pasos para cumplir un determinado objetivo, nos creemos que los aplicamos y luego nos preguntamos cómo y por qué no lo hemos alcanzado. Por eso, quizás es hora de saber algunas cosas que puede ser nunca hayamos caído en ello.

El primer pilar de una reunión productiva no es otro que conocer e informar del verdadero objetivo de la misma. Todo el mundo debe saber qué es lo que queremos tener después de la reunión que ahora no lo tenemos. Las cosas claras. A partir de aquí se pueden experimentar algunos trucos para que en este 2016 por fin cumplamos con nuestros pronósticos.

Reuniones entre 15 y 30 minutos. Antes hemos marcado una hora como medida estándar, pero lo cierto es que a la larga 60 minutos no suelen ser verdaderamente productivos. Para evitar que los colaboradores pierdan el interés conviene diseccionar más los temas, ir al grano y recortar significativamente el tiempo de nuestra reunión.

No espectadores, por favor. En cualquier reunión todos y cada uno de los asistentes deben ser proactivos. Partiendo de que cada miembro llevará los temas trabajados, es importante que para exprimir al máximo el tiempo, todo el mundo proponga, cuestione o planifique para la siguiente reunión.

Con el objetivo por bandera. El propósito por el que se haya convocado la reunión debe ser verdaderamente seguido. Para no perder el hilo, un truco es escribir ese leitmotiv en la pizarra y tenerlo delante de principio a fin.

Asigna tareas. Los días previos a la celebración de la reunión deben estar claros los papeles de cada uno, así como los puntos a aclarar. Si cada uno tiene una cuestión que resolver en relación al tema principal, se estará generando primero proactividad y segundo se cumplirán cada uno de los subtemas a abordar.

No llevar ordenadores ni teléfonos. Esto podría escandalizar a más de uno, pero lo cierto es que se resuelve mucho más con el portátil principal donde proyectar nuestros esquemas, y un cuaderno y un boli para cada uno. Punto. Evitaremos distracciones y nos centraremos más en ir al grano.

Decídete. No esperes a la siguiente reunión para tomar una decisión. Esto puede alargarse y no cerrar nunca el tema.

El ciclo: celebra, programa y celebra. Al finalizar, establece la fecha de la próxima cita y vuelve a asignar las siguientes tareas.

Informe de logros. Muchas empresas tienen por costumbre recoger aquellas soluciones que se dan para la resolución de los problemas expuestos en la reunión. Puede darse el caso de que haya temas que no sepamos si es o no un logro. Por eso y en este caso, sino se puede calcular fácilmente, no es un logro.

¿Realmente tienes la necesidad de reunirte? Si a pesar de todo, sales de la sala y sigues teniendo esa sensación de incertidumbre como al principio, puede que te plantees que todo ha sido en balde. Por tanto, ¿por qué hacerlas? Sería la opción más tentadora. Y quizás la mejor solución: no hacerla.

Existen infinidad de herramientas en red que pueden solucionar cuestiones menores. Correos electrónicos, programas de chat, intranet, foros, etc. Sobre todo, si son temas que ni son verdaderamente importantes, ni urgentes.

Aunque, sin duda, lo mejor son esos 15 minutos aprovechamos al máximo. Así lo confirma un estudio citado en The Org. Una de las conclusiones del mismo fue que los consejeros delegados recopilan la mayor parte de la información que necesitan para dirigir la empresa, a través de conversaciones. Ni informes ni correos electrónicos. En el cara a cara, resulta más complicado maquillar la realidad.

Las profesiones que mejor concilian familia-trabajo


Uno de los mayores retos para los departamentos de recursos humanos es el diseño de planes que beneficien la conciliación laboral y familiar del empleado. Un horario flexible, teletrabajo, compensaciones y bonificaciones que compensen las horas de trabajo en la oficina. La lista de acciones se extiende en función a la imaginación y posibilidades de la empresa para ofrece ese bienestar a sus empleados.

Pues bien, hace unas semanas leíamos un interesante estudio que publicaba un portal de empleo estadounidense en el que se citaban los mejores trabajos para conciliar empleo con familia.

Los resultados del informe confirmaron que la persona que trabaja como analista de datos es el que mejor lo tiene para compaginar con su profesión con su vida personal. Le siguen, por este orden SEO manager, especialista en captación de talentos, social media manager, profesor sustituto, coordinador de reclutamiento, UX design –diseñador orientado a la experiencia de usuario-, gerente de marketing digital, asistente de marketing y, por último, desarrollador web. Si eres uno de estos profesionales puede celebrar que tienes más opciones, según dicho estudio, para compatibilizar tu trabajo y tu vida familiar.

Muchas de ellas son profesiones que han tenido un mayor protagonismo durante los últimos años. Algunas se pueden ejercer sin moverse del salón de casa y, siempre y cuando, la planificación sea efectiva y de cómo resultado un trabajo productivo, el empleado podrá disfrutar de sus horas de ocio sin demasiados problemas.

Es cierto que aplicar una política de conciliación en la empresa va a suponer siempre un coste para la organización. Sin embargo, al mismo tiempo, las empresas pueden beneficiarse indirectamente de muchos aspectos gracias, precisamente, a estos planes. En primer lugar, se trata de beneficios que ayudan a atraer talento a la corporación. Las nuevas generaciones no sólo buscan un buen sueldo, sino que miran mucho por su bienestar tanto en la empresa como en su vida personal, un factor que consideran clave para decidirse por un determinado empleo.

Entre otros aspectos positivos, las empresas que cuidan la conciliación de su plantilla están contribuyendo a mejorar la productividad y calidad de la misma; reducen costes de reclutamiento y formación, ya que influye directamente en la retención de talento por lo que los índices de rotación son mínimos; también disminuye el estrés entre los empleados, así como baja la tasa de absentismo; y en cuanto a comunicación se refiere, mejora la imagen que la empresa refleja al exterior.

En definitiva, implementar una política de conciliación a menudo supone un incremento en la rentabilidad de la compañía. Siempre existirán empresas que lo tengan más fácil que otras -bien por su sector de actividad laboral o bien por la clase de profesionales que la formen- pero siempre, un plan que favorezca al empleado terminará reflejándose en los resultados finales de la corporación.

Esto es importante pero no es urgente


«Si puedes delegar una tarea en quien la pueda hacer al 80% de como tú la harías, es suficiente», dice John C. Maxwell. Y es que uno de los mayores retos de los directivos es precisamente aprender a delegar sin que le tiemblen las piernas cuando salga por la puerta. Pero no sólo hay que encontrar a la persona adecuada, sino que es fundamental saber cuáles son las tareas que puedes aplazar y las que se deben realizar a pesar de tu ausencia.

Sin embargo, antes de seleccionar al sustituto debemos decidir las funciones más urgentes o las que se pueden aplazar. De ello dependerá elegir a una u otra persona. Así pues, el directivo debe realizar su trabajo por excelencia, que no es otro que asignar prioridades y dar valor a lo que considera importante. En ocasiones, no se dedica el tiempo suficiente para tomar la decisión correcta. El acelerado ritmo nos lleva a decidir demasiado rápido. Y es obvio que ése no es el camino.

Una consecuencia de ello es la de invertir gran parte del tiempo gestionando momentos de crisis: el directivo deja a un lado otras tareas para centrarse en las más urgentes, o en las que él considera más inmediatas. Se trata de un bombero apagando fuegos constantemente. Y un día se da cuenta de que no dedica el tiempo necesario a tareas que no son urgentes pero que pueden ser –suelen ser– más importantes. A propósito de esto último, cabe recordar que las tareas urgentes no suelen ser, precisamente, las más importantes.

De modo que aprendamos a priorizar, a organizar nuestra agenda para pararnos un día, mirar a atrás y decir: «éso es, estoy haciendo lo que quiero hacer». Y es que la vida va pasando, mientras nos dedicamos a hacer otros planes —algunos de ellos imprescindibles y sin sentido.

En 1954 el Presidente de los Estados Unidos de América, Dwight D. Eisenhower participó en un discurso en el que pronunció la frase que resume su forma de vida y organización personal: «tengo dos clases de problemas: los urgentes y los importantes. Los urgentes no son importantes, y los importantes nunca son urgentes». Pero, ¿cómo los distinguimos? Las tareas urgentes son aquellas que exigen atención inmediata y que al no ejecutarlas a tiempo derivan en unas consecuencias significativas. Aquí prima el tiempo más que el asunto en cuestión y suelen realizarse en modo estrés. Normalmente, se dice que lo urgente suele estar dentro de las prioridades de otros. Mientras que las tareas importantes contribuyen más bien a nuestra visión a largo plazo, a nuestros valores y a nuestras metas, tanto personales como profesionales. Además, cuando trabajamos en las tareas importantes, lo solemos hacer en modo relax. Dedicarnos a ellas requiere calma, una mente racional y abierta a oportunidades.

Después de darnos cuenta de estas diferencias, que a priori pueden resultar obvias pero que en la práctica no son tan evidentes, nos preguntamos: «¿por qué no lo ponemos en marcha más a menudo?». Una explicación puede ser porque el ser humano aún vive con el instinto de supervivencia del corto plazo, dando prioridad a estímulos de los que rápidamente obtenemos resultados, ya sean satisfactorios o desagradables. Pero los queremos ya.

Es un ejercicio que requiere su tiempo, pero es fundamental saber distinguir entre lo urgente y lo importante. Una vez tenemos ese hábito interiorizado, voilà!, es hora de ponerlo en práctica a través de una de las herramientas más útiles en estos casos: la matriz de EisenhowerStephen Covey popularizó la Matriz en su libro Los 7 hábitos de las personas altamente efectivas.

A través de los cuatro cuadrantes, relacionamos las prioridades para organizarlas y detectar lo verdaderamente significativo.

El primero: lo urgente e importante, donde es fundamental reservar un tiempo tranquilo para ocuparnos de imprevistos que resultan ser importantes en nuestro trabajo. Se trata de fechas límite, crisis y problemas. Por eso, procura que sean las menos, porque si este es el cuadrante donde tu lista es la más larga, algo está fallando.

El segundo: lo importante pero no urgente. La fecha límite aquí no existe como tal. Uno mismo se la marca. Este cuadrante está vinculado más al desarrollo personal, a las metas profesionales y al propósito de vida que nos gustaría llevar a cabo como personas. Si pasas la mayor parte del tiempo en esta sección, estás de enhorabuena porque estarás descubriendo lo que significa la felicidad duradera.

El tercero: lo urgente pero no importante. Aquí es cuando el directivo debe delegar. Se tratan de todos los fuegos que hay que ir apagando en el momento. Interrupciones, reuniones, emails, llamadas,… Todas estas tareas requieren nuestra atención inmediata pero, sin embargo, no nos ayudan en cumplir nuestras metas importantes o el propósito para el que vivimos. El error estaría si dedicamos la mayor parte del tiempo en este cuadrante creyendo que estamos en el primero.

El cuarto: lo no urgente y lo no importante. Lo que viene siendo tiempo muerto. Todo tipo de distracciones tienen espacio en esta gran papelera. ¿Por qué las hacemos entonces? Ayudan a nuestra mente a relajarse, a desconectar. Ver la televisión, una película, dormir la siesta en el sofá, … son actividades necesarias pero cuidando mucho su dosis.

Si eres consciente de estos pasos y sabes identificar las tareas urgentes y las importantes, podrás delegar y organizar tu trabajo y el de tus colaboradores con una mayor eficacia. La clave está en ser realista y consciente de en qué cuadrante estamos, lo demás caerá por su propio peso.

¿Qué tal si ponemos a prueba el teletrabajo?


Lo normal y lo que suele recomendar para atraer y mantener el talento en las empresas, es proporcionar una flexibilidad laboral que le permita al empleado a conciliar de la mejor forma posible trabajo y familia. Por ello, cada día son muchas la compañías que estudian y diseñan fórmulas interesantes tanto para la propia empresa como para el conjunto de colaboradores. Así pues, no cabe duda que esta tendencia es cada vez más apreciada y buscada por los departamentos de recursos humanos. Por eso, sorprende leer artículos que explican las razones por las que algunas empresas prefieren mantener a sus equipos de trabajo en la oficina. Y sorprende más si cabe, asentir con la cabeza una vez leída cada una de sus explicaciones. Y es que sus motivos se alejan de atrbuirles la idea de empresas arcaicas con culturas rígidas y encorsetadas, sino más bien todo lo contrario. Las razones son abiertas, frescas e invitan a reflexionar.

Un ejemplo de ello es el de Dave McMullen, de la agencia de publicidad redpepper. Este emprendedor estadounidense es de los que se cuestiona lo establecido, por eso considera que no hace falta mandar a los colaboradores a casa para que sean más felices y por tanto productivos. McMullen se centra en crear una cultura donde la creatividad, innovación y las expectativas de sus empleados se concentren en un lugar: la oficina. Crear ambientes estudiados al detalle para que los equipos se sientan libres y casi mejor que en sus propias casas, es una de sus prioridades. Y más cuando se trata de un sector donde la creatividad debe fluir por todos los rincones del centro de trabajo.

Un punto de vista que nos viene a reflexionar sobre si es o no tan productivo implantar el teletrabajo en nuestras corporaciones. Vivimos en un mundo donde las empresas del futuro serán las que en lugar de competir cooperarán. Este es el pensamiento de muchas organizaciones que ya llevan tiempo trabajando a través de colaboraciones muy beneficiosas para sus arcas. Lo que derivará en la nacimiento de nuevas relaciones laborales interesantes para unos departamentos de recursos humanos mucho más complejos. Los empleados deberán intensificar su labor en equipo y esto no se consigue si cada uno lo hace desde sus hogares.

El ciertos casos, el aislamiento suele ser uno de los peligros más grandes del teletrabajo. McMullen lo sabe bien. Es básico que el espacio de trabajo proporcione todo las herramientas, estímulos, accesorios y comodidades necesarias para que el empleado sienta que sólo irá a casa a descansar y desconectar con la familia. ¿Realmente lo que quieres es trabajar en una cafetería con magníficos sillones, luz ambiental y relajada música? Pues eso es exactamente lo que empresas con este mismo concepto incorporan en sus oficinas. ¿La inspiración la encuentras en salas de relajación, con juegos de mesa e interacciones divertidas? También cada vez más se están incorporando en las empresas salas con futbolines o mesas de ping-pong. Y es que para muchos que comparten el pensamiento de McMullen, la creatividad llama a la creatividad. Dónde se generan nuevas ideas será más fácil que surjan otras igual de atractivas o incluso mejores. El diálogo y las discusiones proactivas entre los empleados suele ser uno de los mayores gérmenes donde nacen ideas espontáneas que más tarde se pulirán también en consenso.

Además, en beneficio de la productividad y para potenciar una mayor y mejor innovación, la gestión de los líderes es vital. Si siempre están en reuniones, la labor que ejerce con y para su equipo no estará tan cuidada y atendida. Una de las soluciones está en fijar un día a la semana dedicado única y exclusivamente a reuniones. De este modo, la parte creativa de nuestra mente se dará un respiro, que tampoco le viene nada mal de vez en cuando.

Un estudio realizado por la consultora tecnológica Altran, confirmó que los perfiles más jóvenes prefieren socializarse y trabajar desde la oficina. Puede ser cierto que su situación familiar condiciona a desechar el teletrabajo, pero también es verdad que la sensación de aislamiento y la necesidad de ampliar su red de contactos determina su decisión, independientemente de su condición familiar.

También, algunos recientes artículos cuestionaban el beneficio de la flexibilidad de la jornada laboral. Al trabajar desde casa también podemos pensar que trabajamos más y no seremos tan productivos como creemos. Así lo pone de manifiesto Karyn Twaronite, experta en diversidad global y autora de un informe de EY. Que no estemos físicamente en la oficia no significa que trabajemos menos y seamos más productivos. Si nuestras oficinas están conformadas por espacios que invitan a quedarse y trabajar libremente en ellos, el empleado no sentirá que tiene que escapar de ellas en cuanto suene la campana. Al contrario, querrá estar ahí para hacer lo que le gusta. Y hacerlo con pasión.

Todo depende, evidentemente, del tipo de negocio, sector y trabajo de los colaboradores. Pero siempre, lo que nunca cambia es que también todo gira a proteger la cultura empresarial y a entenderla como la raíz de la felicidad de los clientes. Buena cultura, deriva en un clima laboral saludable, lo que propicia la satisfacción final de los clientes. El lema es ‘cuida a tus empleados, porque ellos cuidarán de tu empresa’.

Los desayunos de trabajo propician la conciliación y productividad laboral


Como sucede en numerosas películas sobre mafia, las decisiones más importantes se toman sentados en la mesa con el mantel puesto y frente a un buen plato de pasta. En este caso, los menú principal consiste en algo más ligero, pero no menos consistente: el desayuno.

¿Por qué un desayuno y no una comida de trabajo? El particular horario que rige las vidas de los españoles y que es tan inexplicable para el resto de Europa, nos tiene acostumbrados a convocar copiosas comidas de trabajo que terminan en tardes practicablemente inservibles para trabajar. Por eso, celebrar las reuniones a primera hora con un delicioso café, un gran zumo vitamínico y un buen croissant a la plancha se convierte en una de las mejores soluciones para ser productivos y por alusión, mejorar nuestra conciliación familia-trabajo.

Y es que las dos horas siguientes a que nos hayamos despertado por completo son las más productivas del día. Así lo explicó elpsicólogo Dan Ariely, catedrático de la Universidad de Duke, durante un encuentro en Reddit, en la sección Ask Me Anything. «Uno de los más tristes errores en la gestión del tiempo es la propensión de la gente a emplear las dos horas más productivas de su día en hacer cosas que no requieren una gran capacidad cognitiva, como navegar por las redes sociales» explicó. «Si pudiéramos preservar esas valiosas horas, la mayoría de nosotros tendríamos mucho más éxito en las metas que realmente queremos alcanzar».

Uno de los ejemplos para aprovechar ese preciado tiempo, son precisamente las reuniones matinales en pleno desayuno. Normalmente, estos actos se celebran entre las 8 y las 10 de la mañana  sino estaríamos hablando de brunch o coffee break , aunque el horario puede variar en función del país y de las costumbres. Se trata de un hábito que cada vez está sumando más adeptos. Casi se podría decir que se asemeja mucho al número de comidas o cenas de negocios.

Además, la experta en organización empresarial Lynn Taylor, autora del libro Tame Your Terrible Office Tyrant (Wiley, 2009), indicaba que esas primeras horas de trabajo marcarán el resto del día. Por eso, hay que cuidar tanto sacarle provecho a una reunión de la que se pueden obtener grandes soluciones estratégicas o ampliar notablemente nuestra red de contactos, dependiendo del propósito del meeting.

Los desayunos de trabajo se pueden celebrar en un hotel, la sala de reuniones o en el comedor de la empresa, si lo hubiere. Aunque están tomando protagonismo los lugares más distendidos e informales. Y pueden ser desayunos continentales, americanos, tipo buffet o simplemente se puede ofrecer un café o té con unas pastas o algo de bollería.

Son reuniones que también pueden convocarse entre los trabajadores de diferentes departamentos de una misma empresa. De esta manera, potenciaremos la comunicación interna y eliminaremos barreras que entorpezcan los intereses de la propia organización.

Así pues, es obvio imaginar que la productividad en el trabajo está directamente conectada a la mejora de la conciliación familiar y laboral, sobre todo si la política corporativa está vinculada a conseguir objetivos y no a cumplir un horario que impida la flexibilidad. La comida de empresa se suele extender más, dejando unas horas por la tarde prácticamente nulas. Además, si con los desayunos evitamos también las cenas de negocio, contribuimos a favorecer y respetar la vida personal del empleado.

Comienza entonces a promover el desayuno de trabajo y aprovecha las mañanas, dejando las tardes para tareas más livianas.

 

¿Robótica vs. Empleo?


A lo largo de la historia, la automatización del trabajo no ha dejado de ser una constante de preocupación para el empleado. «¿Qué ocurrirá cuando se desarrolle una máquina que haga mis mismas funciones? ¿Le supondrá un menor coste a la empresa mientras la productividad aumenta?» Angustia y miedo por lo desconocido.

Según el informe Robot Revolution’ de Bank of America Merrill Lynch, en 2025 los robots harán el 45 por ciento de las tareas industriales, lo que supondrá un 10 por ciento más que en la actualidad. Mientras que la productividad aumentará con esta tecnología un 30 por ciento. Este progreso está unido a una reducción de sus costes, que cayeron un 27 por ciento durante la última década. Por ello, es inevitable que aparezca cierta preocupación o incógnita por parte de los trabajadores. De hecho, dos investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, advierten de que los robots y el avance tecnológico en general, destruyen más puestos de trabajo de los que generan.

El informe señala también que la tendencia es a polarizar el empleo: aumentarán las desigualdades entre trabajadores cualificados y sin cualificar. Aunque se estima que hoy día sólo un 10 por ciento de los trabajos dentro de una fábrica están actualmente automatizadas en todo el mundo, esta cifra aumentará hasta el 45 por ciento en la próxima década en sectores como la electrónica, el equipamiento eléctrico, la maquinaria y el transporte. Además, el progreso de la productividad de los últimos años tampoco ha sido directamente proporcional al incremento de los salarios.

Estos datos ponen en alarma a muchos, pero lo cierto — o lo que consideran algunos expertos — es que el progreso tecnológico puede crecer al mismo tiempo que las personas. Se crean así equipos de trabajo y sinergias entre ambos que se complementan y conviven a la par, encontrando soluciones juntos. Según se mire y desde un punto de vista progresista, este avance irá de la mano del desarrollo de la capacidad humana para innovar y aplicar una correcta gestión del cambio. Está claro que muchos puestos de trabajo dejarán de existir – como así ha ido ocurriendo con el paso de los siglos – pero muchos otros surgirán, y esto depende de nuestra capacidad creativa y de cómo afrontemos estos nuevos retos.

Thomas G. Dietterich, uno de los fundadores del machine learning o aprendizaje automático — la rama de la Inteligencia Artificial que se encarga de desarrollar técnicas que permiten aprender a los ordenadores — considera que «el resultado es que robots y seres humanos resuelven juntos problemas que por sí solos no pueden solucionar ni unos ni otros». «La cuestión es cómo serán los nuevos empleos y qué tipo de habilidades requerirán», añade Dietterich, que ya ejerce como uno de esos nuestros profesionales surgidos a raíz de esa unión máquina-humano. Su labor es la de buscar el beneficio en ambas partes y crear esa simbiosis tan necesaria para progresar en todos los sentidos.

Así pues, las empresas pueden obtener un aprovechamiento de sus recursos que nunca antes se habían planteado, ni siquiera imaginado. No es que se recorte personal, sino que la productividad aumenta exponencialmente y se potencia la creatividad con equipos de trabajo multidisciplinares que darán la bienvenida a un nuevos perfiles de empleados.

Gracias a esta automatización de tareas, cada colaborador podrá optimizar mejor su tiempo para dedicarse a otras cosas en las que antes le eran imposible trabajar. La lucha, pues, iría más encaminada a enfrentarse con la constante tiempo, más que con la destrucción de puestos de trabajo en sí misma. Además, el elevado ritmo de la evolución genera una mayor tasa de emprendimiento. Se crearán más nichos de negocio cada vez más pequeñas y especializadas.

Progreso tecnológico y empleo no tienen por qué ir por caminos distintos al mismo tiempo que se compraran sus cifras de crecimiento. No es cuestión de cuál de ellos crece más rápido, sino de identificar el índice de necesidad y el aprovechamiento entre ambos. Hay que encontrar el punto de equilibrio de esa simbiosis. Al fin y al cabo — y de momento — esos robots son diseñados por las empleados humanos. Y es que el mercado laboral es como un ser vivo. Al principio de destruirán puestos de trabajo pero se generarán más oportunidades laborales tan pronto como nuestra capacidad innovadora se ponga a emanar soluciones. Brian Arthur, investigador del centro de I+D de Xerox en Palo Alto (California, EEUU), habla de la economía autónoma, que define como procesos digitales contribuyendo con otros procesos digitales y creando otros nuevos. Es decir, la tecnología trae consigo nuevas posibilidades e innovaciones, que favorecen el nacimiento y florecimiento de nuevas profesiones.

Rodeados por el efecto Zeigarnik


¿Quién no ha sentido alguna vez esas ganas de terminar algo que no ha sido resuelto? Ya sea en nuestra vida laboral como personal, en muchas ocasiones se genera una tensión que hace recordar una y otra vez los asuntos inacabados, olvidando por completo los resueltos, hayan sido o no satisfactorios. Pues bien, ese efecto tiene nombre y apellidos. Se le conoce como efecto Zeigarnik y fue acuñado por la propia psicóloga Bluma Zeigarnik hace casi un siglo.

Según sus experimentos, las labores inacabadas se recuerdan mejor que las ya terminadas. Es como si nuestro cerebro desechara las tareas realizadas. Les pone un tic y listo. Final de la historia. ¿Qué ocurre con los fantasma que se quedan merodeando en los pasillos de nuestra mente? Generan tensión, ansiedad, nerviosismo, impulso e impaciencia por ponerlos el tic.

Todo comenzó con Zeigarnik sentada en una cafetería. La psicóloga observó que un camarero recordaba mejor grandes cantidades de pedidos que aún no había servido que aquellos que ya estaban sobre las mesas, aunque fueran pocos. Confirmó entonces sus especulaciones de la forma más sencilla. Convocó a un grupo de voluntarios en su laboratorio y les propuso veinte retos mentales, de los cuales la mitad fueron interrumpidos. Al finalizar el experimento, los voluntarios recordaban con mayor claridad las tareas inacabadas que las que habían resuelto satisfactoriamente.

Se puede explicar también en el ejemplo del alumno y la clase ‘incomestible’. Si durante las dos horas que debe estar prestando atención, de vez en cuando se produce una interrupción ­– ya sea en forma de anécdota, llamada de teléfono del profesor o la entrada en clase del estudiante perezoso ­–, según Zeigarnik aprenderá más ya que memorizará mejor el discurso que se quedó a medias. Ejemplo que es perfectamente aplicable a las presentaciones o exposiciones del mundo de la empresa.

La teoría de Zeigarnik nos lleva a pensar en los numerosos consejos a los que estamos acostumbrados a leer o escuchar sobre cómo evitar las distracciones en el ámbito laboral para aumentar la productividad. ¿No sería contradictorio? No sería. Porque el efecto que este lunes nos ocupa lugar no es recomendable en términos de ser más o menos productivo. Lo ideal es empezar una tarea, terminar la tarea. Comenzar otra tarea, terminar esa otra tarea. Evitamos así la multitarea simultánea que tanto daño hace a nuestra productividad.

Otro ejemplo que explica los pros y contras de dicho efecto podría ser la adicción que generan muchos juegos, sobre todo aquellos que resultan interminables. Como el conocido Candy Crush, en el que cuando un jugador pasa de nivel pero pierde siente una necesidad extrema para solventarlo. Esto es adicción y también Efecto Zeigarnik.

En definitiva, «para superar los traumas necesitamos tener conciencia de haber alcanzado una meta, concluido una etapa, superado una fase. Muchas veces esa necesidad se concreta en la búsqueda de un por qué, de una razón que explique los acontecimientos del pasado. Cuando no logramos dar con esa razón, el efecto Zeigarnik hace que los recuerdos sigan atormentándonos hurgando en la herida no cicatrizada.» De esta manera tan fácil y sencilla los aclara el blog “El psicoanalista lector”.

Además, esta tensión que provoca terminar una tarea puede derivar al bloqueo. Lo que explica que cuando nos empecinamos en terminar una tarea, ésta no nos sale lo bien que nos gustaría. Y es que en situaciones de estrés intentamos hacer siempre algo que nos saque de la encrucijada, aunque ese algo resulte contraproducente. Por ejemplo, está demostrado que los porteros paran más penaltis cuando no se decantan por lanzarse a ningún lado y se quedaban en el centro. ¿Por qué se cuelan entonces tantos balones por el centro?

Las aplicaciones del efecto están más presentes de lo que parece

Vivimos rodeados por este el efecto Zeigarnik. Aunque terminó su experimento, ella siempre está rodeando nuestras vida con sus resultados. Por lo que podría decirse que ella misma se contradijo.

Son muchas sus aplicaciones en nuestro día a día. Ya hemos hablado de lo que ocurre con sus consecuencias en el campo de la productividad. Al igual que nuestro ordenador se ralentiza si utilizamos diferentes programas a la vez, a nuestra mente le pasa exactamente lo mismo. Recuerda: empezar tarea, terminar tarea.

En el ámbito de la creatividad sin embargo puede ser hasta conveniente dejar inacabada una labor. A pesar de dedicarnos a otra cosa, nuestro cerebro no deja de trabajar en la actividad creativa que hemos dejado a medias. Por lo que tomarse algún que otro descanso no viene nada mal.

Si nos vamos al ámbito más personal, el ejemplo del efecto Zeigarnik lo vemos todos los días en relaciones que terminan. Si tenemos algo pendiente con la otra persona, nos resultará más difícil olvidarnos de ella. Además, si lo que quieres es que alguien tenga interés en lo que estás contando o mostrando de tu persona, guárdate algo. Ya tendrás tiempo en descubrirte. Misterio que se dice…

Series de televisión, juegos, novelas, anuncios publicitarios… Un sin fin de aplicaciones de un efecto que se ha quedado merodeando alrededor nuestro aunque hayamos descubierto hace tiempo su significado.