Existen muchas perspectivas para afrontar los problemas. Las cosas no sólo tienen una cara. Y eso es lo que se potencia precisamente con el pensamiento lateral. Lo que más se valora en estas ocasiones es ser capaz de encontrar soluciones gracias a caminos alternativos. De hecho, cada vez son más las empresas que prefieren personas disruptivas, flexibles e innovadoras en sus equipos de trabajo. Estos profesionales resuelven los problemas cuando todo indica que no hay respuesta o saben cuándo cambiar las cosas.
Por suerte, se puede potenciar esta menara de afrontar realidad. El pensamiento lateral es el conjunto de técnicas que se emplean para generar ideas creativas pero organizadas y siempre encaminadas a problemas o conceptos que tenemos en mente. Es lo contrario al pensamiento lógico. Estamos acostumbrados a ir resolviendo paso a paso y de forma directa cada problema, pero con el pensamiento lateral buscamos potenciar la perspicacia, creatividad y el ingenio. A largo plazo, se ampliará nuestra capacidad resolutiva, ejercitaremos nuestra habilidad para ver las cosas bajo todos los prismas que podamos fabricar.
En definitiva, todo se basa en el tratamiento de la información. Y es que según la definición del pensamiento lateral, las ideas parten desde nuestro interior, y no surgen gracias a elementos externos. Gracias a la reestructuración de la información disponible mediante la perspicacia y agudeza, obtendremos soluciones mucho más innovadoras y sobre todo útiles. Ya no existen barreras en este proceso.
Sin embargo, el objetivo del pensamiento lateral no es elaborar ideas correctas como puede entenderse así. Su función es la de generar un gran número de ideas, que luego se examinarán y valorarán. Con este aplazamiento del juicio crítico se aplaza la condena de las ideas que por prejuicios pueden ser inadecuadas. Y es que el aplazamiento del enjuiciar da como resultado una de las mejores ventajas de este tipo de técnicas creativas: las ideas sobreviven.
Este concepto tan característico fue acuñado por Edward de Bono, en su libro New Think: The Use of Lateral Thinking (1967). A él debemos su definición y desarrollo teórico. Por su parte, el británico Paul Sloane recoge en algunos ejercicios de pensamiento lateral para ponernos manos a la obra y dar rienda suelta a nuestra creatividad. Un buen plan para esta tarde de lunes no lectivo para unos pero víspera de fiesta para todos.
Fácil: el hombre en el ascensor
Para comenzar, he aquí uno de los más viejos y conocidos problemas de pensamiento lateral. Dice así: Un hombre vive en el décimo piso de un edificio. Cada día toma el ascensor hasta la planta baja para dirigirse al trabajo o ir de compras. Cuando regresa, siempre sube en el ascensor hasta el séptimo piso y luego por la escalera los restantes tres pisos hasta su apartamento en el décimo. ¿Por qué lo hace?
Moderado: agua y vino
Sobre la mesa hay dos vasos. Uno contiene agua y el otro vino. Ambos contienen exactamente el mismo volumen de líquido. Si se toma una cucharada de agua del vaso correspondiente y se la vierte en el vaso de vino, y luego se toma una cucharada del vaso de vino y se la vierte en el de agua, ambos líquidos quedan contaminados. Pero, ¿cuál es el más contaminado? ¿Contiene el agua una mayor proporción de vino que el vino de agua o es al revés?
Difícil: muerte en el prado
Un hombre yace muerto en un prado. Cerca de él hay un paquete cerrado. No hay ninguna otra criatura en el prado. ¿Cómo murió?
Hombre en el bar
Por su brevedad, simplicidad y dificultad, este acertijo tiene algunos méritos para ser considerado el mejor acertijo de pensamiento lateral de todos los tiempos.
Un hombre entró en un bar y solicitó al camarero un vaso de agua. Nunca antes se habían encontrado. El cantinero sacó un arma de debajo del mostrador y apuntó al hombre. El hombre dijo: «Gracias» y se fue. ¿Por qué?