Si quieres cambiar el mundo, empieza haciendo la cama

Algunas veces no sabemos muy bien por qué pero no nos encontramos del todo satisfechos con nuestro trabajo diario. Incluso, nos llegamos a preguntar cuestiones como ¿estoy en el lugar correcto? ¿este es el verdadero trabajo por el que soñaba en mi niñez?
Los componentes que forman el trabajo diario son casi incontables. Se nos escapan de las manos y es difícil determinar qué obstáculos impiden sentirse satisfechos como profesionales. Pero sin duda hay uno en especial que predomina en la mayor parte de las oficinas de nuestro país: la productividad laboral. Cuando terminamos con éxito las tareas diarias nos invade un sentimiento de satisfacción que afecta sin darnos cuenta a la ejecución de los siguientes quehaceres. Por eso, resulta tan importante entrar en ese círculo que nos hace olvidarnos de las cuestiones existenciales acerca del lugar que ocupamos profesionalmente.
Además, no todo el mundo puede disfrutar cada día de la satisfacción que supone ser productivo en el trabajo. Ya sea por practicar malos hábitos laborales o por no disponer de los suficientes recursos facilitados por la propia empresa, muchos empleados no logran ser eficientes.
Con el fin de paliar este mal tan común es preciso observar antes su funcionamiento. Y es curioso descubrir cómo se comporta el síndrome de la productividad laboral dependiendo de si la empresa es pequeña o grande. Este fenómeno está relacionado con la inversión en I+D de las empresas con mayores recursos, especialmente en los sectores donde los efectos de escala son más importantes en la producción.
Las grandes compañías pueden invertir mejor en desarrollar sistemas que faciliten el trabajo a sus empleados, lo que se relaciona directamente con su ‘felicidad laboral’. Si hago rápido y bien mi trabajo hay un 90 por ciento de probabilidad de que salga por la puerta con una sonrisa en la cara. Esto es muy bonito, pero si hablamos de empresas pequeñas donde los recursos son más limitados la cosa se complica.
Invertir en un concepto tan intangible que a su vez afecta directamente a recursos humanos – valores también etéreos – puede llegar a suponen un problema en el departamento financiero de la pequeña o mediana empresa. Lo que significa uno de los grandes errores del empresario tradicional. Por ello, se podría decir que la productividad aumenta al mismo tiempo que lo hace la capacidad económica de la organización. Lamentablemente, se trata de un síndrome que no sale precisamente barato. Además, la dificultad en el cálculo de su retorno de la inversión tampoco facilita las cosas. Sin embargo, existen métodos o trucos tan sencillos como económicos y peculiares que nos ayudarán a ser productivos y por tanto a sentirnos más felices con nuestro día a día.
¿Alguna vez te has imaginado que hacer la cama todos los días está relacionado con ser productivo durante tu jornada? Pues bien, así lo explicó el Almirante de los Navy SEALS William McRaven en uno de sus discursos en la Universidad de Texas. Y tiene su explicación y muy lógica:
«Hacer la cama todas las mañanas supone completar con éxito la primera tarea del día. Ese gesto tan sencillo os dará una pequeña razón para sentiros orgullosos, y afrontar la siguiente tarea del día, y la siguiente… Al final del día, esa primera pequeña tarea se habrá convertido en muchas tareas completadas.
Hacer la cama también es una forma de recordar la importancia que tienen los pequeños detalles en la vida. Si no sois capaces de hacer bien las pequeñas cosas, tampoco seréis capaces de hacer bien las grandes. Por otra parte, si vuestro día ha sido horrible, al menos, cuando volváis a la cama, la encontraréis hecha con la promesa de que mañana será mejor. Si queréis cambiar el mundo, empezad haciendo la cama.»