Rodeados por el efecto Zeigarnik

¿Quién no ha sentido alguna vez esas ganas de terminar algo que no ha sido resuelto? Ya sea en nuestra vida laboral como personal, en muchas ocasiones se genera una tensión que hace recordar una y otra vez los asuntos inacabados, olvidando por completo los resueltos, hayan sido o no satisfactorios. Pues bien, ese efecto tiene nombre y apellidos. Se le conoce como efecto Zeigarnik y fue acuñado por la propia psicóloga Bluma Zeigarnik hace casi un siglo.
Según sus experimentos, las labores inacabadas se recuerdan mejor que las ya terminadas. Es como si nuestro cerebro desechara las tareas realizadas. Les pone un tic y listo. Final de la historia. ¿Qué ocurre con los fantasma que se quedan merodeando en los pasillos de nuestra mente? Generan tensión, ansiedad, nerviosismo, impulso e impaciencia por ponerlos el tic.
Todo comenzó con Zeigarnik sentada en una cafetería. La psicóloga observó que un camarero recordaba mejor grandes cantidades de pedidos que aún no había servido que aquellos que ya estaban sobre las mesas, aunque fueran pocos. Confirmó entonces sus especulaciones de la forma más sencilla. Convocó a un grupo de voluntarios en su laboratorio y les propuso veinte retos mentales, de los cuales la mitad fueron interrumpidos. Al finalizar el experimento, los voluntarios recordaban con mayor claridad las tareas inacabadas que las que habían resuelto satisfactoriamente.
Se puede explicar también en el ejemplo del alumno y la clase ‘incomestible’. Si durante las dos horas que debe estar prestando atención, de vez en cuando se produce una interrupción – ya sea en forma de anécdota, llamada de teléfono del profesor o la entrada en clase del estudiante perezoso –, según Zeigarnik aprenderá más ya que memorizará mejor el discurso que se quedó a medias. Ejemplo que es perfectamente aplicable a las presentaciones o exposiciones del mundo de la empresa.
La teoría de Zeigarnik nos lleva a pensar en los numerosos consejos a los que estamos acostumbrados a leer o escuchar sobre cómo evitar las distracciones en el ámbito laboral para aumentar la productividad. ¿No sería contradictorio? No sería. Porque el efecto que este lunes nos ocupa lugar no es recomendable en términos de ser más o menos productivo. Lo ideal es empezar una tarea, terminar la tarea. Comenzar otra tarea, terminar esa otra tarea. Evitamos así la multitarea simultánea que tanto daño hace a nuestra productividad.
Otro ejemplo que explica los pros y contras de dicho efecto podría ser la adicción que generan muchos juegos, sobre todo aquellos que resultan interminables. Como el conocido Candy Crush, en el que cuando un jugador pasa de nivel pero pierde siente una necesidad extrema para solventarlo. Esto es adicción y también Efecto Zeigarnik.
En definitiva, «para superar los traumas necesitamos tener conciencia de haber alcanzado una meta, concluido una etapa, superado una fase. Muchas veces esa necesidad se concreta en la búsqueda de un por qué, de una razón que explique los acontecimientos del pasado. Cuando no logramos dar con esa razón, el efecto Zeigarnik hace que los recuerdos sigan atormentándonos hurgando en la herida no cicatrizada.» De esta manera tan fácil y sencilla los aclara el blog “El psicoanalista lector”.
Además, esta tensión que provoca terminar una tarea puede derivar al bloqueo. Lo que explica que cuando nos empecinamos en terminar una tarea, ésta no nos sale lo bien que nos gustaría. Y es que en situaciones de estrés intentamos hacer siempre algo que nos saque de la encrucijada, aunque ese algo resulte contraproducente. Por ejemplo, está demostrado que los porteros paran más penaltis cuando no se decantan por lanzarse a ningún lado y se quedaban en el centro. ¿Por qué se cuelan entonces tantos balones por el centro?
Las aplicaciones del efecto están más presentes de lo que parece
Vivimos rodeados por este el efecto Zeigarnik. Aunque terminó su experimento, ella siempre está rodeando nuestras vida con sus resultados. Por lo que podría decirse que ella misma se contradijo.
Son muchas sus aplicaciones en nuestro día a día. Ya hemos hablado de lo que ocurre con sus consecuencias en el campo de la productividad. Al igual que nuestro ordenador se ralentiza si utilizamos diferentes programas a la vez, a nuestra mente le pasa exactamente lo mismo. Recuerda: empezar tarea, terminar tarea.
En el ámbito de la creatividad sin embargo puede ser hasta conveniente dejar inacabada una labor. A pesar de dedicarnos a otra cosa, nuestro cerebro no deja de trabajar en la actividad creativa que hemos dejado a medias. Por lo que tomarse algún que otro descanso no viene nada mal.
Si nos vamos al ámbito más personal, el ejemplo del efecto Zeigarnik lo vemos todos los días en relaciones que terminan. Si tenemos algo pendiente con la otra persona, nos resultará más difícil olvidarnos de ella. Además, si lo que quieres es que alguien tenga interés en lo que estás contando o mostrando de tu persona, guárdate algo. Ya tendrás tiempo en descubrirte. Misterio que se dice…
Series de televisión, juegos, novelas, anuncios publicitarios… Un sin fin de aplicaciones de un efecto que se ha quedado merodeando alrededor nuestro aunque hayamos descubierto hace tiempo su significado.