¿Robótica vs. Empleo?

A lo largo de la historia, la automatización del trabajo no ha dejado de ser una constante de preocupación para el empleado. «¿Qué ocurrirá cuando se desarrolle una máquina que haga mis mismas funciones? ¿Le supondrá un menor coste a la empresa mientras la productividad aumenta?» Angustia y miedo por lo desconocido.
Según el informe ‘Robot Revolution’ de Bank of America Merrill Lynch, en 2025 los robots harán el 45 por ciento de las tareas industriales, lo que supondrá un 10 por ciento más que en la actualidad. Mientras que la productividad aumentará con esta tecnología un 30 por ciento. Este progreso está unido a una reducción de sus costes, que cayeron un 27 por ciento durante la última década. Por ello, es inevitable que aparezca cierta preocupación o incógnita por parte de los trabajadores. De hecho, dos investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, advierten de que los robots y el avance tecnológico en general, destruyen más puestos de trabajo de los que generan.
El informe señala también que la tendencia es a polarizar el empleo: aumentarán las desigualdades entre trabajadores cualificados y sin cualificar. Aunque se estima que hoy día sólo un 10 por ciento de los trabajos dentro de una fábrica están actualmente automatizadas en todo el mundo, esta cifra aumentará hasta el 45 por ciento en la próxima década en sectores como la electrónica, el equipamiento eléctrico, la maquinaria y el transporte. Además, el progreso de la productividad de los últimos años tampoco ha sido directamente proporcional al incremento de los salarios.
Estos datos ponen en alarma a muchos, pero lo cierto — o lo que consideran algunos expertos — es que el progreso tecnológico puede crecer al mismo tiempo que las personas. Se crean así equipos de trabajo y sinergias entre ambos que se complementan y conviven a la par, encontrando soluciones juntos. Según se mire y desde un punto de vista progresista, este avance irá de la mano del desarrollo de la capacidad humana para innovar y aplicar una correcta gestión del cambio. Está claro que muchos puestos de trabajo dejarán de existir – como así ha ido ocurriendo con el paso de los siglos – pero muchos otros surgirán, y esto depende de nuestra capacidad creativa y de cómo afrontemos estos nuevos retos.
Thomas G. Dietterich, uno de los fundadores del machine learning o aprendizaje automático — la rama de la Inteligencia Artificial que se encarga de desarrollar técnicas que permiten aprender a los ordenadores — considera que «el resultado es que robots y seres humanos resuelven juntos problemas que por sí solos no pueden solucionar ni unos ni otros». «La cuestión es cómo serán los nuevos empleos y qué tipo de habilidades requerirán», añade Dietterich, que ya ejerce como uno de esos nuestros profesionales surgidos a raíz de esa unión máquina-humano. Su labor es la de buscar el beneficio en ambas partes y crear esa simbiosis tan necesaria para progresar en todos los sentidos.
Así pues, las empresas pueden obtener un aprovechamiento de sus recursos que nunca antes se habían planteado, ni siquiera imaginado. No es que se recorte personal, sino que la productividad aumenta exponencialmente y se potencia la creatividad con equipos de trabajo multidisciplinares que darán la bienvenida a un nuevos perfiles de empleados.
Gracias a esta automatización de tareas, cada colaborador podrá optimizar mejor su tiempo para dedicarse a otras cosas en las que antes le eran imposible trabajar. La lucha, pues, iría más encaminada a enfrentarse con la constante tiempo, más que con la destrucción de puestos de trabajo en sí misma. Además, el elevado ritmo de la evolución genera una mayor tasa de emprendimiento. Se crearán más nichos de negocio cada vez más pequeñas y especializadas.
Progreso tecnológico y empleo no tienen por qué ir por caminos distintos al mismo tiempo que se compraran sus cifras de crecimiento. No es cuestión de cuál de ellos crece más rápido, sino de identificar el índice de necesidad y el aprovechamiento entre ambos. Hay que encontrar el punto de equilibrio de esa simbiosis. Al fin y al cabo — y de momento — esos robots son diseñados por las empleados humanos. Y es que el mercado laboral es como un ser vivo. Al principio de destruirán puestos de trabajo pero se generarán más oportunidades laborales tan pronto como nuestra capacidad innovadora se ponga a emanar soluciones. Brian Arthur, investigador del centro de I+D de Xerox en Palo Alto (California, EEUU), habla de la economía autónoma, que define como procesos digitales contribuyendo con otros procesos digitales y creando otros nuevos. Es decir, la tecnología trae consigo nuevas posibilidades e innovaciones, que favorecen el nacimiento y florecimiento de nuevas profesiones.