¿Qué esconde la máquina de café?
¿Alguna vez te has preguntado la verdadera función de una simple máquina de café? Sí, ofrecer un vaso de plástico, con una varilla y un líquido oscuro que a veces dicen que es café. Sin embargo, sus posibilidades en el entorno laboral son más que proporcionarnos la cafeína suficiente como para terminar el día de una sola pieza y con todos los deberes acabados.
Dejando a un lado el aspecto nutritivo de su producto, nos centraremos en el abanico de ventajas que una simple máquina – a priori insignificante – puede ofrecer desde el punto de vista de la gestión y el desarrollo del capital humano de una empresa.
La primera de todas y la más valorada es la de evitar el ‘síndrome del folio en blanco’. Nos ayuda a potenciar nuestra creatividad, a estar más activos y despiertos, lo que favorece enormemente la motivación diaria que supone cumplir con todas las tareas. Y no sólo nos aprovechamos de la cafeína de nuestro cuerpo, sino también de la del compañero de al lado. Durante el corto periodo que pasamos frente a la máquina de café tenemos la oportunidad de compartir opiniones, ideas y objeciones con compañeros que nos permitan desbloquearnos de labores enquistadas. Además, sólo en el trayecto de nuestra mesa al lugar donde se sirven cafés, chocolates o tés, ya comienzan a surgirnos sin darnos cuenta numerosos estímulos con los que poder desbloquear ese folio en blanco.
Pasan los días e incluso los meses y son muchos los departamentos que apenas tienen comunicación. Conviven cada día en el mismo edificio, pero sus empleados casi ni se conocen. Sin entrar a valorar el desempeño del la comunicación interna de esa empresa, el punto de encuentro que ofrece nuestra máquina de café puede ser clave para entablar relaciones y desarrollar sinergias que podrían ser interesantes para la rentabilidad del capital humano, tanto de cara a la empresa como para el propio networking del empleado. Lo que se relaciona muy directamente con la motivación e implicación de los miembros de un equipo de trabajo. Como si de un imán se tratara, la máquina de café hace de unión entre los colaboradores cuya directiva a penas tiene tiempo de desarrollar la unidad de equipo.
‘Mal de muchos consuelo de tontos’, que se dice. En este caso el empleado que utiliza el descanso frente a la máquina de café no es precisamente un necio. Compartir ese tiempo con nuestros compañeros también puede ayudarnos para mantener la positividad en las largas jornadas condensadas de trabajo. Es el momento de compartir sensaciones con los demás. Lo mismo hasta nos sentimos menos desdichados en la vuelta a nuestro escritorio.
No es que sea la pieza más determinante del estado de ánimo del trabajador, pero sí puede mejorar las relaciones con su entorno. Responder a las peticiones de superiores, compañeros o clientes, o gestionar a los colaboradores en situaciones complicadas, son cometidos que se ejecutan mejor si nuestro humor está al nivel necesario para afrontarlos con ánimo. Mantener una buena actitud en el trabajo siempre ha aportado mejores soluciones que implantar otra barrera más al problema a través de las malhumoradas ‘caras largas’. Además, el dolor de cabeza provocado por esos callejones sin salida también se rebaja notablemente con una buena dosis de café, siempre y cuando no afecte a la salud. Para hacerse una idea el promedio del consumo en España es de 3,6 tazas de café al día entre semana y 2,7 tazas de café al día los fines de semana.