¡No me acuerdo! ‘Tierra, trágame’

La tecnología nos ayuda a ser más productivos, que no quepa duda. Nos resuelve infinidad de cuestiones relativas a la organización adecuada de nuestro trabajo. Sin los gestores de información adecuados sería una pesadilla gestionar el enorme volumen de datos. Debemos controlar al Big Data antes de que él nos controle a nosotros. ¿Qué decir de los motores de búsqueda? Prácticamente casi todas las cosas que no nos vienen a la cabeza, las buscamos en Google. Y es que vivimos en un mundo donde parece ser que el objetivo es hacernos la vida más fácil. ¿Por qué no? Es comprensible. Pero como todo, tiene una parte oscura y esa es la memoria. Así lo confirma un estudio, por si nos quedaba aún alguna duda. Nos hacemos vagos mentalmente y depositamos una fe ciega en Internet.
Ocurre muy a menudo y puede suponer un gran problema si trabajamos en un entorno de networking o queremos potenciar nuestra productividad. Acordarse del nombre de una persona puede llegar a ser un verdadero quebradero de cabeza, con resultados negativos para nuestra imagen profesional.
No se trata de saberse de memoria todos los números primos, ni los teléfonos de nuestra agenda. Sino se trata de deshacerse de datos irrelevantes para incorporar nuevos. Sin embargo, a veces eliminamos los que no queremos. ¿Cómo desarrollar una mente selectiva que fije lo que realmente queremos? Esto lo sabe muy bien Nelson Dellis, campeón mundial de memoria. Este joven estadounidense es capaz de memorizar siete barajas de cartas cada día y recita listas de 1.500 dígitos. Según Dellis, «la clave está en asociar lo abstracto, como es un número, con lo concreto, como un personaje famoso».
El primer paso para recordar cualquier información es desarrollar la capacidad de concentración y focalizar nuestra atención en lo que nos importa. Parece fácil, pero a veces resulta especialmente complicado y sus consecuencias son devastadoras. Liberar la mente de pensamientos innecesarios y acabar con el estrés es clave para mantener los sentidos agudizados y al cien por cien. Otro de los pilares de la memorización es la comprensión. Difícilmente memorizaremos algo cuando no lo hemos comprendido antes bien.
Uno de los trucos que mejor funciona, sobre todo si nos encontramos en un contexto de networking, es la repetición de palabras. Nos presentan un contacto nuevo e inmediatamente después, pronunciamos su nombre. Hablar en voz alta, ayuda a nuestro cerebro a retener aquello que acabamos de repetir.
Para recordar nombres también podemos utilizar el modelo expuesto por Cicerón en De Oratore. Se trata de reunir a todos esos nombres en una historia que les implique, ya que recordamos mejor las narraciones que las listas. Si además, esa historia es peculiar, más fácil será recordar cada detalle de la misma. Al igual que lo relacionamos con una narración, también podemos crear un vínculo de su nombre con el de un personaje famoso, por ejemplo. Estaremos asociando cada palabra con algo que conocemos y nos es más familiar.
No debemos olvidar los clásicos consejos. Leer habitualmente en nuestro tiempo de ocio es uno de los ejercicios prácticos más básicos para ejercitar nuestra memoria. Especialmente, si solemos seguir narraciones extensas.
Y que no nos importe demasiado, si tardamos un tiempo en acordarnos de aquella fecha o el nombre de aquel contacto. Lo importante es poner a trabajar nuestra cabeza. La velocidad con la que recordamos un dato aumenta con la práctica. Por eso, antes de entrar en Google, pongamos a funcionar nuestro cerebro. Que trabaje duro.
Si aun así, nos cuesta focalizar la atención, podemos realizar actividades relacionadas con la meditación o incluso con el tan de moda mindfulness: entrenamiento mental cuyo fin último es abordar la vida con la exigencia que ella nos impone, pero con un desgaste mínimo para la salud física, mental y emocional. Para ello, emplea recursos mnemotécnicos dirigidos a ejercitar la capacidad de concentración.