Por qué implantar la “siesta digital” en tu oficina

El desarrollo de nuevas tecnologías muestra un lado muy bueno pero también una cara más oscura. Cómo ocurre en casi todo en la vida, no todo iban a ser ventajas. Al mismo tiempo en el que se van desarrollando nuevos dispositivos que potencian una vida cada vez más centrada en la conexión red, nuestro cuerpo debe ir adaptándose a los cambios rápidos de la era digital. Una condición que muchas veces nuestra salud se niega a aceptar.
Los nuevos dispositivos han creado un entorno en el que nos es cada vez más difícil olvidarnos de ellos. Crean necesidades que hace unas décadas eran impensables. Y es que avanzan las nuevas tecnologías avanzan más rápido que nuestra antropología.
Uno de los puntos negativos de estos desarrollos tecnológicos es el nacimiento de palabra como “tecnoestrés”, “tecnofatiga”, “tecnoansiedad” o “tecnoadicción” — hoy día se le puede adjuntar el prefijo ‘tecno’ a casi todo. Derivadas por una exposición excesivo; un agotamiento mental por demasiada información en la red — también conocido como ‘síndrome de la fatiga informativa’ — ; una aversión al uso de las nuevas tecnologías; y una necesidad prácticamente exclusiva, respectivamente.
Es importante destacar que no sólo son victimas del desarrollo tecnológico las personas que utilizan en exceso los distintos dispositivos, sino también todos trabajadores que no son capaces de adaptarse a los nuevos avances y sienten frustración dentro de un mundo que va cinco pasos por delante de ellos. En este sentido, muchos directivos se ven obligados al uso del entorno digital lo que puede provocar un rechazo total a utilizar las nuevas herramientas. En la mayoría de los casos se trata de una problemática que se suele difuminar. A nadie le gusta ir proclamando su falta de competencias. Por eso el problema no se ataja de frente, repercutiendo enormemente en la rentabilidad final de la empresa.
¿Qué hacer entonces ante una situación como esta? Lo primero de todo es detectar qué tipo de trastorno sufrimos. Tanto la propia voluntad individual por solucionar a este problema como la buena labor de muchos departamentos de Recursos Humanos, pueden poner fin a esta cara oscura de la tecnología.
Siempre que no sea un problema que afecte notablemente a la salud del empleado y sin llegar a un extremo grave, la empresa debe estar preparada para afrontar esta problemática tan habitual. ¿Cómo? Por ejemplo, gracias a evaluaciones periódicas para detectar si la tecnología empleada en la compañía es la adecuada para nuestros empleados. También, resulta casi indispensable llevar a cabo un buen Plan de Formación donde se expliquen los detalles de las nuevas incorporaciones tecnológicas. Es importante evitar la frustración del trabajador que tan mal clima laboral puede crear en la oficina. Y por último, cuidad el feedback entre empleados y desarrolladores tecnológicos, quienes al final sirven a los primeros. Es fundamental implicar a los trabajadores en las tomas de decisiones de este tipo. Todo esto en entornos que propicien un diseño ergonómico de cada puesto de trabajo.
Empresas como Google e Intel han ideado las llamadas “siestas digitales”, un período de tiempo a la semana en el que los empleados están desconectados. Además, grandes empresas como Facebook y Yahoo! tienen gimnasio, habitación para juegos y cómodos sillones para que sus empleados se relajen. Está claro que no todas las empresas pueden dar estos beneficios a sus trabajadores, pero siempre hay espacio para ser creativos. Por ejemplo, crear días especiales para incitar la participación de los empleados en actividades novedosas y divertidas, como “viernes retro” o desayunos colaborativos.
Individualmente, cada empleado puede seguir algunas recomendaciones básicas para evitar estos trastornos tan molestos.
- Limitar el tiempo dedicado. Este principio resulta prácticamente obvio. Para hacerlo efectivo, es aconsejable marcarse un horario. Al sonar la campana, deberíamos apagar cualquier dispositivo y descansar nuestra vista y mente.
- Establecer descansos. Se recomiendan unos 10 minutos cada hora que estamos expuestos al ordenador.
- Encontrar una postura cómoda que nos permita no sufrir dolores cervicales, lo más comunes y que en muchas ocasiones derivan a dolorosas jaquecas.
- Saber priorizar las distintas actividades y no caer en la multitarea. Recurso que está muy en sintonía con el aumento de productividad laboral.
- Leer libros en formato tradicional habitualmente. No perder esta costumbre e incluso escribir a mano de vez en cuando. Algo que está comprobado que ayuda a potenciar nuestra memoria. Se aconseja además leer libro en papel antes en la cama antes de dormir y no utilizar en ella el e-book.
- Hay que hacer un esfuerzo por pararse a pensar, a recapacitar sobre si le estoy dando demasiada prioridad en la vida diaria al uso de las nuevas tecnología o por el contrario supone un tema que nos crea una actitud negativa cuando debemos atajarlo. La utilización de las nuevas tecnologías debe observarse desde el lado más lógico y práctico. Están ahí para servirnos, como herramientas para conseguir aquello que queremos alcanzar. Ellas nos son nuestro objetivo.