Motiva y recoge


Quizás hace algún tiempo sí funcionaba el ordeno-acato pero lo cierto es que hoy día esto no funciona –lo más probable es que antes tampoco. Los equipos de trabajo más eficientes no responden a un líder que simplemente les dicta lo que deben hacer. Se trata de la forma más improductiva que existe para sacar lo mejor de los colaboradores. Y aunque parezca que lo tenemos asumido, muchas veces el propio directivo no se da cuenta. Por eso, no viene mal recordar brevemente algunos pilares que con el día a día puede que hayan quedado relegados en un rincón del despacho.

Hay una cosa clara que engloba todo: si no valoras a tu equipo, éste no valorará a tu empresa y por tanto a tus clientes. Eso es algo que todo líder debe tener siempre presente. Al fin y al cabo se siembra lo que se recoge, que se dice. Y, por supuesto, no se trata de un pulso entre directivos y empleados.

¿Eres realmente un ejemplo para tu equipo? Es básico. Si tú mismo no fomentar los valores principales de tu empresa, al menos no esperes que uno de tus colaboradores lo haga.

No seas genérico. Pocas veces es beneficioso no dirigirse a un determinado empleado y echar charlas impersonales para todo el equipo. Se trata de uno de los recursos más utilizados y menos propicios para los empleados. Si alguien ha cometido un error, lo mejor es hablar con esa persona en privado. Pero la política de ‘a todos regañamos’ de cuando éramos pequeños, no funciona en equipos de trabajo maduros y adultos.

-Recuerda que no sólo se motiva con dinero. Es cierto que es una razón importante para atraer talento pero no lo es todo. Y las nuevas generaciones no lo suelen tener entre su prioridad para seleccionar su lugar de trabajo. Entran en juego muchos factores que día a día forman una cultura corporativa sana y saludable para todos los empleados. Son esas pequeñas cosas que suman un trato adecuado dentro de un clima laboral idóneo.

Practica el empowerment. Delega en tus empleados decisiones y hazles partícipes de los movimientos que se realicen en la empresa. Entre las muchas ventajas de este pilar, destacan tres principales: el incremento de confianza entre directivos y empleados, la suma de opiniones de personas que están en primera línea del frente en muchos de los escenarios de la compañía y, el gran valor que se aplica al equipo cuando se le muestra interés al tener en cuenta muchas de sus propuestas. El propio equipo funciona como un único cuerpo, que siente y padece. Hay que potenciar su autoestima, valorarlo y confiar en él. Y es que todo se contagia entre colaboradores.

Comunicación fluida y cercana. Estar disponible y tratar de responder a las peticiones de los empleados es primordial. Más de una vez salen a relucir debates entre los profesionales de recursos humanos que relacionan directamente su labor con la comunicación interna de la empresa. Es esencial que cada colaborador sepa qué y cómo se están haciendo las cosas en su empresa. Y más cuando hablamos de procesos de cambio en la cultura corporativa de la compañía. Por supuesto, un buen líder está localizable en todo momento, siendo prácticamente uno más del equipo.

Identificar el error y sustitúyelo por refuerzo positivo. De nada sirve que únicamente castigues los fallos cometidos. Hay que mimar la balanza y tan importante es decir lo que está mal como reconocer honestamente el esfuerzo y la actitud de cada uno de los miembros.

Actividades que unen al equipo. Escapa de la rutina y organiza actividades en las que los colaboradores puedan estrechar lazos, conocerse y disfrutar. Este tipo de métodos motivadores trata de crear en la mente del empleado connotaciones positivas relacionadas con el ambiente de trabajo.

—Hay que tener a mano siempre tres valores básicos en toda relación personal: humanismo, humildad y humor.

Cuidado con el exceso de positivismo. Los extremos nunca son beneficiosos. Lo mucho cansa, e incluso crea el efecto contrario. Por eso mide bien tus dosis y sobre todo haz las cosas sinceramente, sino es mejor que no las hagas.

Si tenemos en cuenta estas prácticas, nos estaremos acercando a fomentar y mantener la motivación de nuestros empleados. Ya que, una política de este tipo mejora el clima laboral y disminuye el absentismo. Pero también debemos saber que tanto el estilo ordeno-acato como el liderazgo más colaborativo no son contradictorios y se pueden dar al mismo tiempo. Unas veces habrá que reforzar uno y otras otro. Siempre y cuando se cuide esa postura aparentemente cómoda cuando se está dando órdenes.


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