Lo que nunca se debe delegar

El mercado es imparable. No conoce descanso, ni playa, ni vacaciones ni sabe lo que es relajarse ante un buen libro en una tumbona. Y sólo lo podemos combatir con una posible y potente herramienta: delegar.
Sin embargo, a nadie le gustaría volver de vacaciones y encontrarse con que el inversor aquel que estaba a punto de caramelo decide dar un paso atrás por una mala gestión, o que se ha contratado a un directivo que no encaja con la cultura de la empresa.
El miedo a ser reemplazado, la desconfianza o simplemente por una cuestión de ego puede llevar muchas veces a no delegar la tareas en época de vacaciones. Nos gusta sentirnos imprescindibles para que todo marche adecuadamente. Incluso, ese temor por ser sustituidos por otro compañero hace que muchos prefieran no compartir cierta información privilegiada, haciéndonos dueños y señores de la solución a cualquier problema.
«La clave es saber delegar y compartir con el resto del equipo el espíritu de trabajo conjunto. En España muchos cargos con responsabilidades prefieren no compartir algunos datos por temor a que alguien les pueda quitar el puesto. Es una mentalidad antigua que hay que superar», señala Simon Dolan, director de la Cátedra el Futuro del Trabajo de ESADE y autor del libro Autoestima, estrés y trabajo (MacMillan, 2005).
Para ello, la clave está en la confianza. Y es que si no existe confianza en el equipo de trabajo, el periodo vacacional puede convertirse en un infierno. Para muchos, esos días de descanso pueden ser productivos para reflexionar sobre nuevos horizontes para la empresa, pero sin estar implicado en las tareas diarias de la organización.
Un ejemplo, podría ser el caso de la consultora tecnológica Neoris. Con más de 3.500 empleados en todo el mundo – 750 de ellos en España, tiene como máxima no molestar a los trabajadores durante las vacaciones. En 2011, la alemana Volkswagen aprobaba que su personal no recibiera correos electrónicos corporativos fuera de la jornada laboral. Un bien común que sólo se consigue delegando. Pero ¿cómo gestionamos este recurso? ¿Qué tareas ponemos en la cesta para que las realicen otros? ¿Cuáles son los pilares de la organización que más debemos cuidar, sólo por nosotros mismos?
Uno de los puntos claves que más debe mimar el CEO por él mismo, es la relación con los inversores. Es importante ocuparse de todas las conversaciones estratégicas que pueden ayudar a dar el sí para cerrar fusiones, nuevos socios o inyección de capital extra.
Ocuparse de las decisiones más difíciles como puede ser un proceso de compra o venta de acciones, por ejemplo. Aunque en muchas ocasiones estas medidas es conveniente que estén respaldadas por un equipo de asesores, al final la última palabra está en las manos del CEO. Por ello, se debe evitar propagar información innecesaria que pueda perjudicar el ambiente y la estabilidad de la empresa. Y es que existen decisiones que sólo tu equipo de confianza debe saber.
El líder de cualquier organización va a marcar la cultural empresarial que establezca la armonía y los cimientas de la misma. Él es el significado y embajador de esa marca única. Por eso todas aquellos ideales, convicciones y éticas sólo los puede dar el CEO.
El reclutamiento y evaluación de directivos también es conveniente que esté supervisado por el CEO. Los directivos deben saber de quiénes se rodea. Si bien los procesos de selección pueden estar en manos de expertos, la última etapa, como es la contratación, es importante que esté a cargo del directivo ejecutivo.
Por último, la aprobación y difusión de reglamentos internos de la empresa es tarea que no debe ser delegada. Los empleados deben saber de primera mano qué es lo que se hace y por qué se está haciendo. Ahí es donde mejor actúa un buen líder.
Cinco puntos clave para que nada se escape mientras disfrutamos de unas, merecidas o no, vacaciones. No es cuestión tanto de delegar las funciones adecuadas, como de marcar las pautas necesarias para que todo siga igual de estable y consolidado.
«Algunos prefieren no encontrarse con mil correos a la vuelta de las vacaciones y otros simplemente quieren que les dejen en paz. Un buen líder debe conocer las necesidades y las rutinas de trabajo de su equipo y adaptar el modus operandi que se sigue durante las vacaciones a esas características». Así lo afirma Maite Moreno, directora de la consultora Monday Happy Monday, quien añade que la tendencia global es dar libertad a los empleados para que ellos decidan de qué forma quieren trabajar. «Es una cuestión generacional. Los millennials (los que ahora tienen entre 18 y 33 años) son nativos digitales y están constantemente consultando todas las entradas de información. No ven diferencia entre el trabajo y la vida personal; con la tecnología todo se difumina», señala. «No sucede lo mismo con los mayores de 50 años», continúa. «Las empresas deben ser capaces de conocer muy bien qué tienen dentro y dar respuesta a eso».