Las vacaciones como moneda de cambio


Comprar y vender tiempo es ahora una realidad. Hace unos días leíamos que Google había implementado una política en sus recursos humanos que consistía en la compra y venta de días de vacaciones. Además, también existe la posibilidad de donar el tiempo a una bolsa común para que otras personas puedan utilizarlo. Un sistema que se está acogiendo favorablemente en las distintas empresas norteamericanas donde se está llevando a cabo.

Se trata de toda una oda a la flexibilidad laboral. Gracias a su ejecución, muchos empleados pueden gestionar a su gusto el tiempo de ocio, lo que se traduce en mejorar la conciliación familiar y laboral — recurso indispensable para la retención de talento.

Es más, toca un factor tan clave para el empleado, que la mayor parte de los trabajadores estadounidenses estarían dispuestos a renunciar parte de su salario por una mayor flexibilidad laboral. Según un estudio realizado por PwC, un 21% de las mujeres encuestadas un el 15% de los hombres, no podría ninguna pega a llevar a cabo este trueque.

La idea suena bastante bien. ¿Cuántas veces hemos dicho y escuchado ‘me faltan horas en el día’? El tiempo, junto al espacio, son los dos elementos mejor valorados de la historia. Este sistema no es, ni mucho menos, tan extremista como la propuesta de forma de vida de la película In Time — cuya peculiaridad está en que el tiempo es de vida y no de ocio—, pero sí nos podemos hacer una idea de lo que supone aprender a beneficiarnos de la buena gestión del tiempo.

Sin embargo, para entender esta propuesta, hace falta trasladarse al contexto de EEUU. En primer lugar, se trata de uno de los países desarrollados donde no existe obligación legal para las empresas de pagar el periodo de vacaciones a sus empleados. Y en segundo lugar, la media de días de vacaciones en el país norteamericano es de sólo 13 días al año. Cifra que dista bastante de los 22 días como mínimo que hay en España.

Además, se producen algunas dificultades para que los departamentos de recursos humanos integren estas medidas. Los momentos de conflictos se crean cuando el valor económico de las vacaciones depende del salario de cada persona, con deducciones distintas dependiendo el caso. Eso sin contar la susceptibilidad a que se produzcan abusos, derivados de los malos usos del sistema. Por ejemplo, en un momento de alto nivel de trabajo, la empresa podría coaccionar al empleado a través de una compensación económica por los días de vacaciones que le correspondían.

Es cierto que supone un importante paso en la búsqueda por encontrar buenas políticas de conciliación. Pero también debemos valorar el bienestar del empleado. No obligarle, pero sí facilitarle, en la medida de lo posible, el descanso que le permita reponer sus energías para volver descansado


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