Jornada intensiva, ¡bienvenida sea!

Una de las grandes cosas que trae el verano a la oficina es la jornada intensiva. A propósito de ello, se vuelve a abrir el eterno debate: ¿Es necesario estar tantas horas en frente del ordenador? Todo se resume en algo muy sencillo: productividad.
Para empezar, la España peninsular no lleva la misma la hora del meridiano de Greenwich, y por tanto, de lo que le correspondería en función del sol. El ritmo de por sí ya es distinto al de sus vecinos más próximos. Un desfase que dura desde 1940, cuando a alguien se le olvidó cambiar el reloj una vez terminado el verano. Desde entonces, la diferencia es de una hora más.
Y es que según Eurostat, los españoles pasamos en el trabajo 1.689 horas de media en 2014, frente a las 1.371 horas de la súper productiva Alemania quien, tiene una productividad superior a la española, a pesar de trabajar casi 300 horas menos al año. En el país de Angela Merkel, cada trabajador produce 42,8 euros por hora trabajada, frente a 32,1 en España. ¿Cómo es posible esto? ¿Porque tenemos un horario adaptado al carácter mediterráneo? Un dato: en Nápoles se come entre las doce y la una, y se cena entre las siete y las ocho de la tarde.
Con una jornada intensiva de 9 a 17 horas o de 7 a 15.30h, en verano, salen ganando empresa y trabajador. Hoy día es todo un logro conciliar vida laboral con familia, en muchas ocasiones relegada a los fines de semana. Por ello, cada vez más compañías se suman a abolir unos horarios plagados de desventajas. Iberdrola fue una de las primeras en implementar jornada intensiva a la mayoría de sus departamentos. Al año, de tomar dicha iniciativa, sus directivos ya estaban celebrando cifras muy positivas. La eléctrica ganó una productividad de media por empleado de 40 horas y redujo un 10% el absentismo. Todo gracias a que sus trabajadores entran a las 7.15 de la mañana y salen a las 15.30, con 39 minutos de margen en la hora de entrada y de salida. Iberdrola, también, redujo sus índices de accidentalidad al de un 60% en los últimos cinco años.
El cambio de horario lleva ligado un cambio en la cultura de la empresa. Tan satisfactorio es tener un buen trabajo como un buen horario. Así lo perciben muchos profesionales a la hora de decantarse por uno y otro puesto de trabajo.
Si hay productividad, los resultados llegarán cumplimentándose así los objetivos de la empresa. En eso tiende a basarse cada vez más corporaciones. No tan preocupadas por cumplimentar horas y más conscientes de alcanzar resultados positivos en sus cuentas.