Start-up, no bajes la guardia en estas cuatro consideraciones


El emprendimiento está a la orden del día. Lo vemos cada vez que abrimos los periódicos laborales. La demanda de perfiles autosuficientes y autónomos en sus labores es una tendencia al alza de las empresas que apuesta por el crecimiento y la evolución constante. En los Estados Unidos ya es un hecho consolidado hace tiempo. En Europa también los estamos viendo. La inversión del viejo continente alcanzó los 13.400 millones de euros el pasado año, 5.000 millones más que en 2014. Y en España la repercusión de la mentalidad emprendedora va aumentando enteros. Así lo comprobamos este viernes con una cifra más que confirma el poder del ser humano por renovarse cada día.

Los millenials españoles cada vez apuestan más por el emprendimiento. Según las conclusiones del Estudio Global de Emprendimiento Amway, las generaciones más jóvenes así lo reconocen a pesar de la difícil situación derivada de la crisis económica. Según los datos reportados, los niveles de deseabilidad de los millennials son del 63%, con una viabilidad situada en el 46%.

Incubadoras, planes financieros procedentes de entidades bancarias, asociaciones, grandes empresas, etc. El abanico de herramientas con las que impulsar a jóvenes y no tan jóvenes en sus inicios como empresarios, se va poco a poco ampliando. Queda mucho aún por lograr, empezando por los numerosos obstáculos originados por anquilosadas estructuras jerárquicas.

Sin embargo, son trabas que lamentablemente no están al alcance de los emprendedores. Por ello, nos centramos en poner fin o, por lo menos, suavizar el efecto de los errores que comenten los propios empresarios, cuando abren un nuevo negocio. Se trata de un ejercicio de identificación de las barreras a las que se enfrentan las start-ups de nuestros días. Y descubrimos en la revista Inc.com las tres grandes áreas donde más fallos se cometen, a fin de advertir a los protagonistas del artículo.

—Exceso de confianza. Muchos emprendedores sobrevaloran sus recursos, la idea de negocio y la acogida del mercado. Para evitarlo es clave realizar un exhaustivo análisis del mercado al que nos vamos a dirigir. Parece demasiado lógico, y por termina siendo obviado en más ocasiones de las deseadas. También suele ser frecuente el forzar un modelo de negocio y sobrevalorar los comentarios positivos, los cuales a veces pueden aportar más daños que beneficios. Todo depende de cómo se asimilen. Y eso depende de uno mismo.

—No pedir ayuda. Todos necesitamos la ayuda de alguien en momentos difíciles. Necesitamos a los demás para evolucionar como personas y como profesionales. Ya sea moralmente o repercutiendo en forma de inversión, ambas maneras de ayudar al emprendedor son determinantes en el éxito del mismo. De hecho, cada vez son más las personas que se apoyan en mentores o consultoras para no decaer y seguir un patrón de éxito.

—Equipo de trabajo inadecuado. Resulta una de las labores más complicadas para las start-ups. Las empresas, sean grandes, pequeñas o medianas, están compuestas por personas, y serán éstas las que marquen el destino del negocio. Dependiendo de los equipos que las formen, así será la identidad de la compañía. Por ello, es normal dedicar largos procesos de selección para identificar a las personas que mejor representen nuestra organización. Las start-ups van necesitando ampliar su plantilla a medida que van necesitando. Es la ley de la naturaleza aplicada a los negocios. Y un buen síntoma. Así, la mayoría acuden a consultoras de recursos humanos como 360 Talent, con el fin de orientarse de los perfiles del mercado, de diseñar estructuras adecuadas de equipos de alto rendimiento, e identificar y seleccionar a las personas que mejor se ajusten a sus culturas corporativas. No es fácil, y muchas veces hay que pasar numerosas entrevistas hasta dar con el talento requerido.

Añadimos a estas tres consideraciones, una cuarta. Y es la de querer crecer demasiado pronto. Se trata de uno de los mayores problemas de la start-ups de hoy en día. Vivimos en un mundo del bien y ahora, ya sea impulsado por las nuevas tecnologías con las que obtenemos información al instante o la comodidad del Internet de las Cosas. Sin embargo, cada dimensión requiere su tiempo. Hay unas pautas y unos ritmos que a veces es mejor respetar para no precipitarse. Es cierto que hay que ir por delante de nuestros competidores. Asumir riesgo forma parte del emprendedor de éxito. Pero en dosis controladas.

«El lanzamiento de un producto que no está listo puede causar grandes daños a la marca. Los indicadores de rendimiento nos ayudan a responder a la pregunta: ‘¿completa nuestro producto el trabajo por el que nuestros consumidores lo demandan?’, pero hay muchas empresas que tratan de crecer antes de responder esta pregunta», dice Jordan Wright, cofundador y CEO de Comfy, para la revista Forbes.

Las start-ups que tienen en cuenta estas cuatro consideraciones, tendrán más posibilidades de éxito. No bajar la guardia para no caer inconscientemente en estos errores es la clave del buen emprendedor.


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