El arte de emprender: «La innovación es decir no»


El fin último es sobrevivir. Por ello, hoy más que nunca millones de personas se han visto casi en la obligación de emprender por sí mismos un nuevo camino. Pero, ¿por qué lo hacemos?

El ser humano lleva en su ADN la palabra emprender, crear y materializar ideas – unos más que otros. Desde los tiempos más remotos, las personas nos vemos en la necesidad de dar pasos hacia delante. A veces zancadas y otras no tanto, pero eso no importa. Lo que es clave es la dirección en la que se vaya.

Basado en la lógica tan aplastante como que la vida algún día llega a su fin, la pregunta es: ¿qué vamos a perder más valioso que la vida misma? Esa es la actitud que identifica a un emprendedor seguro y con confianza. Siempre y cuando se valoren todas las variables para tener una percepción clara y realista, lo importante es seguir a tu corazón. Todos tenemos una misión en la vida, pero sólo aquellos que saben explotar su talento, teniendo claro su propósito, son los que pueden acercarse al éxito y sobrevivir en esta era del conocimiento tan competitivo. Por lo menos, la mitad de lo que separa a los emprendedores exitosos de los que no lo son es mera perseverancia.

A fin de cuentas, no hay una fórmula clara que marque el camino de la creatividad. En muchas ocasiones cuando se le pregunta al creador, en principio no sabe muy bien qué ha determinado el germen de su propuesta. Por ello, la única explicación válida podrían estar en las numerosas conexiones que se producen para hacer factible esa necesidad que nos viene innata. No basta con adivinar qué es, sino cómo hacer.

La idea la tienes. Bien. Pero sin un buen plan de negocio es muy probable que tu semilla se quede reducida a cenizas. La planificación de recursos es indispensable para marcarse pequeños objetivos estratégicos con los que partir. El detalle es otra de las herramientas que van siempre acompañando al buen emprendedor. Junto a él, un networking efectivo dará a tu negocio la amplitud que necesita. Es fundamental mantener constantemente las redes de contacto para encontrar capital, conseguir clientes y dar visibilidad.

Según la 16ª edición del Informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM), relativo a 2014, los niveles de percepción de que existen oportunidades para emprender son muy bajos en las economías europeas menos innovadoras (19,9% Grecia; 18,4% Croacia; 17,2% Eslovenia; 22,9% Portugal). Entre ellas, España consiguió aumentar un 6% la percepción de oportunidades (de 16% a 22,6%) y ha mantenido el valor de percepción de capacidades en un 48%, porcentaje por encima de la media.

Sin embargo, no es todo de color de rosa. Muchas veces, no siempre es cómo nos lo venden. Cuando alguien decide emprender un nuevo negocio por su propia cuenta, pasa de ser explotado a explotarse a sí mismo. Por ello, es fundamental marcarse el objetivo de rentabilizar las acciones para terminar liberalizándose de muchas de ellas. Y es que «la innovación es decir no a miles de cosas», tal y como dijo en su día uno de los grandes ejemplos de emprendedores de la historia, Steve Jobs.

El mismo que una vez reconoció: «La frase ‘Si vives cada día como si fuera el último, algún día sucederá’, hizo una gran impresión en mí y desde entonces, me he mirado en el espejo cada mañana y me pregunto: ‘Si hoy fuera mi último día, ¿me gustaría estar haciendo lo que estoy a punto de hacer?’». Una buena pregunta con la que comenzar el día de hoy.


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