Cuando se emprende por obligación hay que tener en cuenta…


Existe una gran diferencia entre dejar tu actual empleo para emprender por vocación y hacerlo por obligación, por la necesidad de ingresos ante la falta de otras oportunidades laborales.

Son muchas las razones que explican el emprendimiento. Desde buscar ser tú tu propio jefe, hasta ser consciente del bienestar contigo mismo por sentirte auto-realizado al afrontar más de un fracaso. Crees en tu proyecto firmemente, y te apasiona el hecho de poder desarrollar tu propia marca personal. Disfrutas de flexibilidad horaria y espacial. El mundo de la creatividad está a tus pies, apoyado por tus conocimientos y experiencias, que por fin te serán útiles. Sin embargo, existe otra razón —y de las de peso—, estás desempleado y necesitas dinero.

Según la investigación para España del informe GEM España 2014, en el que han colaborado, entre otros, el Centro Internacional Santander Emprendimiento (CISE), la Asociación RED GEM España, la Fundación Rafael Del Pino y Banco Santander, el 30% de los emprendedores españoles lo son más por necesidad que por vocación. Este porcentaje se obtiene de acuerdo con la TEA —Tasa de Actividad Emprendedora—, que mide la tasa de iniciativas que tienen entre 0 y 3,5 años sobre una población de entre 16 a 64 años. En este sentido, el 65% de estos emprendedores ha constituido una empresa por oportunidad, mientras que un 30% por necesidad. Sumada a las dificultades de financiación, la crisis económica y la falta de cooperación gubernamental en este aspecto, se suman a la ausencia de ilusión y la necesidad obligada para sufrir los efectos del riesgo que supone el emprendimiento.

Antes de posicionarnos del lado unos o de otros, hay que tener en cuenta que la palabra emprendedor engloba multitud de habilidades, competencias y, sobre todo, una única actitud: la pasión. Por eso, se insiste tanto en ese significado que ayudará a aproximarse al éxito. No importa por cuantos fracasos haya pasado un emprendedor de raza, si al final sabe adaptarse y reutilizar sus errores, verá la luz en su aventura empresarial. Persistencia, aceptar el error y capacidad de adaptación. Así, una y otra vez. Y es que cuando no nos importa tanto perder dinero, como tener en mente el servicio que queremos ofrecer a la sociedad, es cuando más nos estaremos acercando al emprendimiento de éxito. Sin embargo, cuando nos lanzamos a esta peligrosa aventura, con el objetivo exclusivo de ingresar dinero por necesidad —o no—, estaremos tentando al fracaso. Esta situación la podemos ver en cualquier escenario de nuestra vida: muestra necesidad por algo que ese algo será más susceptible de desaparecer. Lo que se reduce finalmente a una sola palabra: miedo.

Puede ser fácil decirlo, y mucho más complicado hacerlo. Cierto. Es un riesgo que los emprendedores deberán aceptar si quieren sacar hacia adelante su idea de negocio. Siempre, con un plan bien elaborado, sopesando cada escenario y apoyándolo de pequeños planes de contingencia, estaremos reduciendo ese riesgo considerablemente.

De modo que, si estás pensando en emprender por obligación —o estás en ello—, ten en cuenta los siguientes principios básicos:

1. Busca el disfrute como criterio principal para la elección del tipo de negocio con el que quieres emprender.

2. Soluciona problemas por los que te paguen. Trabaja con ideas fáciles de capitalizar. Recuerda que vas a vivir de ello, así que disfruta pero con cabeza.

3. Para vender utiliza la confianza. Aprender a atraer a los clientes y no a perseguirlos. Sólo así, forjarás un plan sostenible a largo plazo.

4. Diseña un plan. Planifica tu estrategia, focalízala en un objetivo equilibrado entre realismo y riesgo. Y, lo más importante, ponlo en práctica. No lo dejes en el cajón o sigas escribiendo sobre él.

Cuando te encuentres en la necesidad de emprender, ten en cuenta que la verdadera motivación que te va a hacer avanzar es la interna, la que te conecta con tu misión, con el ¿para qué? de lo que haces.


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