Cuando irse de vacaciones supone un problema
Vacaciones. Para muchos supone descanso total, relajación, desconexión de casi todas las obligaciones que generan estrés durante el resto del año. Sin embargo, para otros tantos no experimentan los mismos placeres. En este gran grupo se enmarcan los autónomos, quienes la mayoría de las ocasiones no pueden dejar reposar sus tareas laborales.
El estrés laboral afecta en España a más del 40% de los trabajadores asalariados y a cerca del 50% de los empresarios, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Lo que supone un problema que para muchos es prácticamente imposible de resolver. O pasan los veranos y se prometen que al siguiente dejarán todo mejor atado para desconectar, o la mayoría la lo tienen completamente asumido.
Con la diversidad de dispositivos, resulta cada vez más desintoxicarse de la tecnología, la cual conlleva en gran parte de las ocasiones una conexión parcial con la oficina. Y es que desconectar no es sólo quitarse el traje y ponerse el bañador. Sin embargo, para otros tantos autónomos este aspecto resulta positivo, pues les permite trabajar donde deseen y marcharse, aunque sean unos pocos días de vacaciones.
Aun así y si es posible, se recomienda al menos estar un día entero sin echar un vistazo a un dispositivo, ya sea ordenador, tablet o móvil. De esta forma, nuestra mente experimentará la desconexión total para romper con la adición a la tecnología como bien conocen los tecnófobos, personas dependientes a cualquier dispositivo cibernético.
Según José María Martínez Selva, profesor de la Universidad de Murcia y autor del libro Tecnoestrés, más de dos tercios de la población ya trabaja en puestos de trabajo electrónicos. Añade que hasta un 60% de empleados asocia el estrés laboral con el estrés tecnológico. Sin contar con el importante aumento de pacientes que acuden diariamente al oftalmólogo después de largas exposiciones frente a la pantalla.
Además, se debe planificar con previsión, no sólo los días que ‘vacaciones’, sino los previos y posteriores si se quiere dejar todo preparado. La autogestión o ‘self management’ y una adecuada selección de las tareas más importantes, resulta en estos primordial para programarse con tiempo e irse verdaderamente con tranquilidad.
Hay que elegir aquellas actividades que se pueden cerrar antes de partir o las que deben ser delegadas a colaboradores o compañeros. Una buena selección puede evitar muchos imprevistos que resulten complicados y molestos de resolver desde la playa. Asimismo, muchos de los clientes se convierten en ‘vampiros de tiempo’ para la mayoría de autónomos. Sino te queda otra que seguir con tu actividad laboral en la distancia, trata de que tu tiempo sea lo más eficaz posible, por lo que evita que este tipo de clientes consuman tu tiempo y tu descanso parcial.
Una vez hemos disfrutado de sol, brisa, montaña o playa, o cuidad, la vuelta al puesto de trabajo genera otro tipo de estrés los últimos días de vacaciones. Volver a la rutina y enfrentarse de nuevo al nivel de actividad con el que cerraste la oficina, provoca una ansiedad que se puede evitar si también se planifica el regreso al trabajo. Un truco para amortiguar la caída al despacho es hacerla un martes o cualquier otro día que no sea lunes. Se hará menos pesado y propiciará una vuelta progresiva y sin colapsos.