¿Cómo poner en valor nuestro trabajo?

En la vida profesional de todo directivo, colaborador o empleado que aspire a desarrollarse en su trabajo es de vital importancia poner en valor el mismo. Con ello, no sólo transmitiendo nuestra esfuerzo diario, sino que nos daremos cuenta de aquello que debemos reforzar o transformar.
Cada persona hace propio su puesto de trabajo. No existen dos empleados exactamente iguales y como tal cada uno impronta su personalidad en lo que desempeña. Otorga un valor distinto que el que le daría otra persona en su lugar. Eso es precisamente lo que se debe comunicar al resto. El valor diferencial que cada empresa busca también para sobresalir en su sector.
El ADN de cada profesional está compuesto por cómo se enfrenta a los problemas del día a día, qué soluciones propone, cuáles son los métodos que marcan su trabajo y en qué círculos sociales desarrolla su profesión. La clave está, por tanto, en entender y transmitir qué es lo que uno hace como individuo, el valor que aporta a la compañía más allá del puesto que desempeña.
Una vez esté claro el mensaje, el momento para darle visibilidad. Para ellos es imprescindible tomar la iniciativa. Hay que hacerse notar y eso se consigue tomando decisiones propias. El riesgo va en paralelo al éxito y sólo así la empresa valorará la parte más proactiva del empleado.
Incluso, hay compañías que dan la palabra a todos sus colaboradores para que todos participen de las decisiones que se tomen, sean del área que sean. De modo que si se quiere colaborar en la estrategia de la empresa, gran parte de ese cometido vendrá por la actitud de cada uno. La iniciativa es clave para solicitar participar en reuniones, por ejemplo. Siempre respetando los límites de las responsabilidades de cada uno, se puede aprovechar nuestro talento e iniciativa para resolver acontecimientos de la empresa.
Por otro lado, las reuniones también pueden ser útiles únicamente como herramienta informativa. El empleado que aspira a mejorar su puesto actual y que busca aproximarse al cargo en el futuro, puede informarse y aprender de los temas que más se discuten en ellas. Lo que supone un paso más en el camino para mejorar su trabajo y ponerle en valor.
Se debe emplear un esfuerzo importante con el trabajar, sobre todo, por resultados. Resultará mucho más sencillo argumentar el esperado reconocimiento, si se tienen unos objetivos cumplidos y demostrados. Después de alcanzarlos, siéntete orgulloso y trasmítelo a partir de esos éxitos logrados. La mujer del César no sólo debe ser honrada sino parecerlo. De modo que, siempre y cuando se respete el trabajo de los demás, los logros de uno hay que sacarles brillo. Ese es uno de los premios de conseguirlos, ¿o no?
Basa tu demostración de valía a través de un marcado compromiso para y con tu empresa. El profesional debe hacer lo que se espera de él. Es la base. Para alcanzar el liderazgo de la corporación es esencial ser comprometido con ella, con sus valores y sus objetivos. Aunque las habilidades y competencias no sean las más brillantes, si un colaborador es comprometido y se esfuerza cada día por conseguir dar lo que se espera de él, estará cada vez más cerca de lograr la brillantez.
El compromiso supone uno de los requisitos más valorados por las empresas. Y su nivel es difícil de medir, pero fácil de percibir. Se puede saber perfectamente cuándo un empleado está comprometido en función de los comportamientos del día a día, de cómo se venden los logros, con las ideas que se aportan, con su positivismo, etc.
Cuando se llega a un estado de compromiso óptimo puede implicar que a veces se rechacen o se congelen ciertos proyectos o tareas. Y también puede ser limitado en función del tipo de trabajo, compañeros o circunstancias ajenas al propio empleo. Lo que nos lleva a pensar en la alta dosis de inteligencia emocional depositado en él.
El compromiso también implica un feedback por parte de empresa y trabajador, una circunstancia que se demuestra cuando se comparten problemas o inquietudes. Si el responsable de equipo acude a un empleado para buscar otras alternativas a un problema, debatir distintos puntos de vista o, simplemente, para hacerle cómplice, es porque se da cuenta del compromiso con la empresa. «A ese empleado verdaderamente le importa cómo funcionen las cosas a aquí dentro», puede pensar.
Cuando se disfruta de lo que se está haciendo en un entorno sano, resulta muy sencillo trabajar las relaciones con los compañeros. Esto es otra de las características de la puesta en valor del trabajo del profesional, que no sólo aportará conocimientos y habilidades al proyecto sino que se convertirá en una pieza clave para unir al equipo y depositar confianza y motivación en el grupo.
Además, hay empresas que identifican los puestos críticos en sus estrategias corporativas. Incluso se crean planes de sucesión para preseleccionar a las personas que ocuparán ese puesto en el momento necesario. No está de más conocer bien el tipo de cargo que desempeñamos para la empresa, relacionado con este aspecto.
Por último, es importante mantenerse informado de cómo se valora nuestro trabajo en el exterior, conocer la demanda en el mercado del puesto que ocupamos actualmente o de perfiles similares al nuestro. Salir de vez en cuando de la zona de confort, nos pone en perspectiva para tomar decisiones o negociar ciertos aspectos con la empresa. Así como puede ocurrir que ese paseo nos aporte un aire fresco con el que seguir muy motivados en nuestro día a día.