¿Solo trabajamos por dinero?


Un buen rendimiento, un año exitoso, un ascenso… En muchas ocasiones, cuando los directores y responsables de una empresa piensan en recompensar a un empleado solo piensan en términos económicos ¿Pero es este el único esfuerzo que pueden hacer?

No vamos a negar que el sueldo es la base, lo imprescindible, pero cada vez más necesita ir acompañado de otros factores. En una sociedad donde empiezan a primar las experiencias por encima de los bienes materiales ¿Qué experiencia generamos a nuestros empleados en su puesto de trabajo?

Muchas veces se trata únicamente de mirar a la sociedad, como vive, como se comporta e interactúa y no convertir el entorno laboral en una burbuja ajena a nuestro comportamiento fuera de el.  No podemos olvidar que en nuestra sociedad:

Queremos ser actores protagonistas: De cara al consumidor las empresas y marcas tienen muy claro que el consumidor no es un simple oyente, que su actitud ya no es pasiva, que quiere tener voz propia. Lanzamos todo tipo de elemento de escucha activa, creamos el concepto de “prosumidor”, ponemos al consumidor en el centro… ¿Y por qué nuestros empleados son diferentes? No, no lo son, los empleados son parte de esa misma sociedad que demanda tener voz propia, ser escuchados. Y sí, también lo demandan en su puesto de trabajo.

Las palmadas en la espalda nunca sobran: Sin embargo, se suele ser muy contenido con las palmadas ¿Por qué? la mayoría de las veces porque el directivo piensa que puede situarse en una posición vulnerable con respecto al empleado, otras veces es simplemente cuestión de orgullo o ego.

En cualquier caso, si aceptamos como normal el “esfuerzo” económico para premiar al empleado, el “esfuerzo” emocional de sus responsables para comunicar éxitos debería situarse mucho más arriba en un orden de prioridades.

Salir de la oficina, fomentar el trabajo en equipo, estar pendientes de actitudes apáticas y volcarse con esos empleados… En definitiva, hay muchos “esfuerzos” que pueden marcar la diferencia entre un empleado contento y uno que no lo está. Hay esfuerzos más allá del dinero que cuestan mucho menos que el dinero y son más diferenciales.