Campaña de prevención contra el ‘síndrome postvacacional’


Llega septiembre y con ello comienzan los ‘virus’ propios de la vuelta al trabajo. La temporada de enfermedades laborales tiene el honor de abrirla el conocido como ‘síndrome postvacacional’. Un estado psicológico, que no enfermizo, por el que pasa entre el 30 y 45 por ciento de los trabajadores españoles y que dura una o dos semanas. Si hablamos de más de 15 días, habría que examinarlo.

Cansancio, fatiga, falta de apetito, sueño, dificultad para concentrarse e incluso padecimiento de molestias estomacales o musculares, son algunos de los síntomas del conocido y molesto síndrome. Eso sin contar con los efectos psicológicos en los que destaca la falta de interés, la irritación, el nerviosismo, la tristeza o la falta de motivación. Y es que el cuerpo es sabio y sabe lo bien que hemos permanecido en nuestra burbuja vacacional.

Los que realizan tareas administrativas son los más asiduos a sus efectos, menos que aquellos que desempeñan un trabajo físico más acentuado. Al final todo se resume en que las personas con mayores probabilidades a sufrirlo son las que tienen un menor nivel de resistencia ante la frustración. En general, los empleados con grandes expectativas en su periodo vacacional son lo que más lo padecen. Nos referimos a los trabajadores entre 30 y 50 años.

¿Cómo podemos esquivarlo? O por lo menos que nos afecte lo menos posible. En definitiva se trata de recuperar el entorno diario en el que pasamos el resto del año tanto profesional como personal. Por eso, una de las medidas que proponemos es el contacto con familiares y amigos dentro de nuestra rutina diaria. Uno de los mejores calmantes para curar esta molesta depresión.

Las empresa también puede ayudar a que la vuelta al trabajo se haga de la forma más productiva posible. En este caso el apoyo puede llegar gracias a la programación de salidas o escapadas de fin de semana – también conocidas como ‘viajes de incentivos’ -, que mantengan en alza la motivación de los empleados. Y es que es primordial ver el trabajo como algo positivo. Si esto no te consuela demasiado pasamos al ‘plan b’: tener en cuenta que si nos hemos ido de vacaciones es porque tenemos un trabajo.

Volver de nuestro viaje unos días antes, poner el despertador cinco o diez minutos atrasado, no cargarse de trabajo el primer día y realizar actividades saludables son otros de los trucos para esquivar que nos atrape su sufrimiento demasiado.

Claro, que hay quien apenas ha podido desconectar lo suficiente como para ‘disfrutar’ del privilegio de tener ‘síndrome postvacacional’.

Otras ‘enfermedades’ laborales más comunes son el estrés o el síndrome de Burnout. Todas ellas, al igual que la originada por la vuelta al trabajo, se desarrollan por el proceso natural del empleado al medio.

El burnout, muy similar al estrés común pero crónico, lo suelen padecer los médicos, enfermeros y docentes. Los primeros, porque están expuestos continuamente al sufrimiento y dolor ajenos. Tratar con un elevado número de pacientes con problemas puede derivar en el desarrollo del “efecto contagio”. Sin contar con la enorme carga en materia de responsabilidades. Esto último también le sucede a los profesores. Su trabajo no termina en el aula. Preparar exámenes, planificar las clases o corregir trabajos que en la mayoría de las veces terminan en las casas de los propios docentes. Además, el continuo cambio en el sistema educativo, la falta de autoridad de los últimos tiempos o la ausencia de material adecuado para gestionar grupos conflictivos pueden mellar bastante en su estado físico y psicológico. Por ello, no es de extrañar que los profesores muestren una de las más altas tasas de ausentismo y baja laboral por depresión.


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