Si no quieres riesgos, especialízate en ‘crowdfunding’

Una de las razones principales por las que no deja de crecer el número de start-ups, dentro y fuera de nuestras fronteras, se debe a los nuevos sistemas de financiación. Sin inversores, ya sean business angel o venture capital, muchas ideas de negocio se difuminarían en el camino al éxito. Ganarse su confianza ya supone prácticamente la mitad del trabajo realizado. Y no es fácil. Por eso, es cada vez más habitual descubrir nuevas fórmulas que nos ayudan en el crecimiento de nuestra pequeña empresa.
La persistencia y el trabajo constante son dos condiciones obligatorias del emprendedor nato. Y cómo éste nunca se rinde, debe buscar nuevos atajos. Uno de ellos el crowdfunding. Y ¿qué significa exactamente este anglicismo con el que nos estamos familiarizando en estos últimos años? Pues bien, se podría decir que se trata de la cooperación colectiva, llevada a cabo por varias personas para conseguir dinero u otros recursos.
En principio no tiene ningún tipo de contraprestación, aunque en muchas ocasiones se plantean ciertas recompensas a todos aquellos que realizan la donación, como por ejemplo, promoción de la persona que realizó el donativo o una recompensa directa del beneficio del proyecto. Estamos hablando de una auténtica práctica de la economía colaborativa de nuestros días. Para ello, se suele utilizar Internet como medio para financiar los esfuerzos e iniciativas de emprendedores o diversas organizaciones. Según el tipo de crowdfunding , el proyecto puede financiarse a través de recompensas, donaciones, inversión o préstamos.
En los inicios del crowdfunding, las colaboraciones se llevaban a cabo de manera desinteresada. Posteriormente, frente al éxito de los proyectos creativos y debido al trabajo que conllevaba su ejecución, se empezaron a pedir donaciones. La respuesta fue mayor de la esperada.
¿Cómo funciona? El emprendedor o dueño de esa idea tan innovadora envía el proyecto a la web correspondiente. Indicando descripción, cantidad necesaria, tiempo de recaudación, recompensas… Se publica el proyecto por un tiempo determinado, 30, 60, 90 o 120 días. Durante ese tiempo se promociona lo máximo posible y se valora, por la web o por usuarios externos. Fin del plazo. ¿Resultado? Idea financiada (o no). Si pasado este tiempo, no se ha llegado a recaudar el 100% de la financiación solicitada, se entiende que el proyecto no ha suscitado el suficiente interés como para hacerlo viable, y entonces se anulan todos los compromisos de pago con cada uno de los mecenas.
Al tratarse de una financiación colectiva y mediante este proceso, el riesgo apenas existe. El crowdfunding es un micromecenazgo a través del cual sale ganando la start-up y el inversor que invierte en muchas ideas de negocio. Si éstas tiene éxito ganará, y sino el dinero invertido será devuelto. Realmente, ninguno pierde.
Por ello, y después de informarse bien de sus riesgos, la aventura del crowdfunding puede ser una experienza muy rentable para muchas personas con talento pero sin fondos. Y es que las posibilidades de colaboración en un mundo tan globalizado como el actual pueden llegar a ser infinitas. Sólo hace falta pasión, ilusión, ganas de trabajar y mucho talento.
«Nadie es dueño de la multitud aunque crea tenerla dominada.» —Eugene Ionesco (1912-1994), dramaturgo francés de origen rumano.